jueves, 29 de octubre de 2009

el parrafo


Veamos una definición introductoria a esta lección. El párrafo se entiende como la secuencia organizada de oraciones con cohesión y coherentemente relacionadas, interna y externamente, por conectores y signos de puntuación, para la expresión de una idea o pensamiento unitario.
De acuerdo con el anterior concepto, las características del párrafo se sintetizan en:
En la escritura, los párrafos se limitan por un punto y aparte. En lo oral, equivalen a cláusulas o partes del discurso limitadas por una pausa mayor. La función esencial del párrafo es ser expresión de un pensamiento unitario, o idea temática, dentro del flujo mayor del desarrollo del pensamiento en el discurso. Puede estar constituido por una oración, como mínimo, o por varias oraciones simples o compuestas, debidamente conectadas.
Otra noción de Párrafo:
Un párrafo es una unidad de discurso en texto escrito que expresa una ¡dea o un argumento, o reproduce las palabras de un orador. Está integrada por un conjunto de oraciones que tienen cierta unidad temática o que, sin tenerla, se enuncian juntas. Es un componente del texto que en su aspecto externo inicia con una mayúscula y termina en un punto y aparte- Comprende varias oraciones relacionadas sobre el mismo subtema; una de ellas expresa la ¡dea principal.
Características
El párrafo está formado por una o varias oraciones las cuales reciben el nombre de:
• Oración principal: el párrafo está constituido por una oración principal que puede ser distinguida fácilmente, ya que enuncia la parte esencial de la cual dependen los demás. Es posible decir entonces que la oración principal posee un sentido esencial del párrafo.
La oración principal puede aparecer en el texto de forma implícita o explícita. Cuando la oración principal está implícita, ésta no aparece por escrito en el párrafo y es necesario deducirla. En cambio, la explícita si la encontramos escrita y podemos encontrarla al principio, en el medio o al final del párrafo.
• Oraciones secundarias o modificadoras: Pueden ser de dos tipos; de coordinación y de subordinación.

Son coordinadas aquellas que están unidas mediante conjunciones y posee en si mismo un sentido completo. Son subordinadas aquellas que solo adquieren sentido en función de otra.
• Unidad y coherencia: consiste en la referencia común de cada una de sus partes es decir, que la oración principal como las secundarias se refieren a un solo hecho. La coherencia es la organización apropiada de las oraciones de tal forma que el contenido del párrafo sea lógico y claro.
En la literatura de ficción, el párrafo es algo más abstracto y depende su configuración de la técnica del escritor y de las características de la acción en la narración. La ordenación de las diferentes frases dentro del párrafo es más libre y lo más relevante, la frase con mayor peso narrativo, puede aparecer al comienzo, en el medio o al final.
Tipos de párrafos
• Narrativo: llamado también cronológico, está formado por una secuencia de afirmaciones que no requieren garantía o demostración de sus habilidades. Es típico de una noticia, una crónica o un cuento en el que se expongan hechos en orden cronológico. Pueden aparecer conectares de tipo temporal como: después, luego, hace un mes. para comenzar, a continuación, finalmente, pero la exposición de la secuencia de hechos depende más a menudo de su posición en el texto.
• Descriptivo: se presenta a través de las palabras la capacidad censo-motora de un ser humano. Un párrafo descriptivo potencia el uso de la palabra y presenta una imagen sensorial ante los lectores-receptores. A través de un párrafo descriptivo, un autor utiliza todos sus sentidos para delinear los atributos de los objetos y sucesos percibidos. Mientras más detalle el autor los sentidos utilizados en su delineamiento de lo percibido, mejor será la imagen del lector-receptor sobre lo descrito.
• Argumentativo: tiene como objetivo expresar opiniones o rebatirlas con el fin de persuadir a un receptor. La finalidad del autor puede ser probar o demostrar una ¡dea (o tesis), refutar la contraria o bien persuadir o disuadir al receptor sobre determinados comportamientos, hechos o ¡deas.
• Expositivo: sirve para explicar o desarrollar más ampliamente el tema que se está presentando. Estos suelen ser más extensos y abundantes, dependiendo de la complejidad del tema o del concepto que se esté explicando.

proceso de escribir

Antes de analizar el saber escribir (competencia escrita), reflexionemos sobre el escribir propiamente dicho, como proceso de creación individual, como acto de comunicación y como práctica cultural.
Existen muchas concepciones, algunas de ellas bastante erradas. La más elemental afirma que para escribir basta saber las letras y estudiar la gramática. Para quienes piensan así, creen que escribir consiste simplemente en organizar frases y párrafos con buena ortografía y acordes con la gramática, cuidando el estilo y el vocabulario. Para ello son más importantes los aspectos formales o externos, "el cómo se escribe", que los contenidos que se pretende comunicar, el qué o significado.
Al contrario, hay quienes piensan que lo único importante al escribir son las ideas, no interesa tanto de qué manera se expresen; la atención se centra en lo que se dice" y no en el "cómo se dice". Pareciera plantearse un dilema, con dos posiciones enfrentadas. No obstante, si se analiza el asunto con detenimiento, se llega fácilmente a la conclusión de que no existe tal dilema, pues las ideas no se expresan solas, sin la mediación del lenguaje.
Todo significado se comunica mediante signos, en este caso los signos del código de la lengua escrita. Las personas escriben justamente para expresar las ideas, por el medio alterno de la lengua oral. En el escribir, por consiguiente, cuenta tanto lo que se dice como la manera como se dice, ya Del escrito como lo ilustra el conocido adagio “lo que nos expresa bien es bien pensado”.
Otras personas confunden escribir con redactar. No son ¡guales. Redactar, es la operación de traducir al lenguaje escrito una información previamente determinada, elaborada por el mismo sujeto que escribe, o sugerida, impuesta q señalada por otra fuen^ diferente a la personá'que redacta. Así es posible que un, jefe ordene a un subalterno redactar un documento, con base en las ideas que al (e entrega. Entonces, el redactor lo que tiene que hacer es arropar las ideas, darles forma, según la gramática y la ortografía, de acuerdo con las instrucciones. 8er redactor, por tanto, no implica necesariamente ser escritor, en el sentido de creador. Escribir, es un proceso de creación, mucho más amplio y profundo, e( eual implica redactar, en el momento de la composición de un escrito. En Consecuencia, redactar es tan sólo una tarea que, como parte del escribir, sq realiza en el momento de la composición.
recapitulando, para Cassany, escribir no es poner letras o signos en un papel bjanco, sino elaborar un significado global y preciso sobre un tema y hacen? comprensible para una audiencia, utilizando el código escrito- Llama la atención e( énfasis que pone en "la elaboración de un significado global y preciso para ung( audiencia", restando importancia al hecho de dibujar "letras y signos", aspecto material que permite la transmisión del texto.
Rara este módulo se adopta esta concepción, pues involucra el significado, la comunicación y el uso de la lengua escrita. Pero Cassany, al menos en esta definición, no recalca la idea de proceso cognitivo o mental, que él mismo nombra en sus ensayos. Por Ip cual, complemente con: "el proceso de escribir se comprende mejor como un conjunto de diferentes procesos de pensamiento que el escritor regula y organiza durante el acto de pomposición".
De lo anterior se establece una definición transitoria. Escribir: es un acto de creación mental en que un sujeto escritor, con un propósito comunicativo, concibe y elabora un significado global, y lo comunica a un lector mediante la composición de un texto, valiéndose del código de lengua escrita.Esta concepción involucra el acto creador de un sujeto, el escritor, un propósito de comunicar una información con destino a un lector, la generación y procesamiento de la información, y composición mediante el uso del código de la lengua escrita.

produccion textual

Si se acepta que el escribir reposa en un saber personal, sociatmente compartido (saber escribir para alguien) y se manifiesta en actos concretos de escritura, entonces es posible hablar de una competencia escrita. ¿Qué comprende esta competencia? Es decir, ¿qué debe saber el sujeto escritor de su lengua y el oficio de escribir para considerarse competente? Aunque las respuestas se siguen construyendo por los investigadores, hay cierto consenso para señalar características básicas del "saber escribir".

el discurso academico

Es una de las actividades más frecuentes en el mundo contemporáneo. Hacerlo bien es una habilidad que se consigue, sin duda alguna, con la práctica. Sin embargo son muchas las herramientas a las que se puede acudir cuando una persona se enfrenta a esta situación.
Hablar en público no es nada fádi. Requiere definir bien los objetivos, ser claro, conciso, organizado y saber al público que nos dirigimos. Debemos poner un límite a nuestra exposidón, no muy extenso para no "cansar" a los oyentes. No se deben dedr más de unas 150 a 175 palabras por minuto, para que la gente pueda seguir correctamente su disertadón. Tampoco diga menos, para que la gente no se distraiga o pierda interés por el tema.
1. Conocer los destinatarios. Quien va a ser nuestra audienda; estudiantes, profesionales, empresarios... nos ayudará a enfocar nuestra exposidón de forma correcta.
2. Organizadón. Exponer de forma organizada todos los temas nos permite que sea más fácil seguir el "hilo" de nuestra charla.
3. Extensión. Exponga solamente lo fundamental del tema. No quiera extenderse hasta agotar el tema. Acabaría cansando al público y perdiendo su atención.
4. Objetivos, Debemos concretar bien y de forma definida los objetivos de la charla, ponencia o conferencia. Tenemos que "tener daro" cual es el mensaje que queremos transmitir a nuestra audiencia, sin repetimos en interminables palabras que no nos conducen a ninguna conclusión dará.
5. Ayudas. Cuente a su lado, con todo tipo de ayudas que hagan comprender mejor la exposición que está realizando: proyectores, ordenadores, diapositivas, gráficos y cualquier tipo de documentadón que pueda fadlitar a los oyentes. Ahora bien, sin abusar de los mismos, marginando totalmente al orador.
1. Coloque el micrófono a la altura correcta y compruebe que el sonido llega a toda la sala.
2. Organice bien la introducdón, desarrollo y condusión de la chana
3. No abuse de la gestos y la expresión corporal.
4. En la medida de lo posible, interactúe con los oyentes, para hacerte más ameno.
5. Hable como si se dirigiera solo a una persona.
6. Si va con retraso, resuma partes poco importantes.
7. Evite cualquier tipo de distracdón: ruidos, móviles, música, etc.
Uno de los modelos más conoddos para un correcta exposidón hablada es el modelo
SPAM. Este nos da 4 puntos básicos:
1. Situadón. Tener en cuenta la hora y el lugar donde se va a celebrar el acto.
2. Propósito. Las metas que el orados espera obtener con su chana.
3. Audienda. A que personas va destinado nuestra diaria.
Hablar en público es una buena forma de comunicar tu mensaje y tus puntos de vista en reuniones, actividades espedales y otro tipo de encuentros- Puede resultarte difícil comparecer y hablar delante de otras personas, pero es una habilidad importante que has de aprender si quieres que tu mensaje llegue a otros.
Preparación: Si vas a pronundar un discurso en un acto o reunión, deberás tomarte el tiempo para prepararte muy bien. Investiga a fondo sobre la materia, y procura ser relativamente escueto para no aburrir a tu público fpor lo general, 20 minutos deberían bastar). Ten en cuenta también a qué tipo de personas vas a dirigirte y cuáles son sus intereses. Y en cuanto al resto, aquí tienes algunos consejos acerca de la estructura y el contenido.
En la introducción: Si se trata de un acto organizado por ti, agradece a tu audiencia que hayan asistido.
Preséntate (di tu nombre, tu edad, el nombre de tu grupo y de tu escueta, si fuera el
caso).
Presenta el tema sobre el que deseas hablar.
Intenta captar la atendón del público de inmediato relatando un hecho dramático o
presentado datos estadísticos o un caso real.
Haz un breve resumen de cuál va a ser el contenido de tu discurso y por qué es tan
importante para ti esa cuestión.
En la parte central de tu discurso:
Procura que el contenido sea todo lo conciso y animado que puedas e incluye ejemplos de casos reales. Podrías relatar alguna historia interesante o graciosa que hayas leído o contar algo que te haya ocurrido a ti o a alguien que conoces. Pero ten cuidado si intentas ser gracioso a expensas de una cuestión triste o si no te sientes cómodo gastando bromas. Ensaya tus ¡deas con otras personas antes.
Ten siempre en cuenta el tipo de personas que integran el público. Por ejemplo, si te
diriges únicamente a otros jóvenes, puedes mostrarte más informal que si tu público
está compuesto por profesores, autoridades u otros adultos.
Incluye datos importantes que ¡lustren los puntos principales de tu discurso.
Diles lo que crees que debería hacerse para abordar el problema y lo que tú o tu grupo
pretendéis hacer.
Diles qué impacto crees que tendrán vuestras iniciativas (y cuáles serían las
consecuencias en caso de no emprenderse ninguna acción al respecto).
En la conclusión:
Haz una recapitulación de los puntos principales de tu discurso.
Explica a tu público de qué forma pueden intervenir.
Ofrécete, si es el caso, a responder a las preguntas que quieran hacerte.
Agradece a los asistentes que te hayan escuchado.
Cómo pronunciar tu discurso
Aquí tienes algunos consejos acerca de cómo pronunciar un buen discurso;
Memoriza siempre tu discurso, pues de ese modo darás la impresión de espontaneidad
y podrás mirar a la audiencia. Elabora una lista de los puntos principales que vas a
tratar, a la que puedas recurrir en caso de que te atasques.
Procura relajarte: no te muestres inquieto.
Habla despacio, en voz alta y con claridad.
Mira al público.
No tengas miedo de mostrar que la cuestión te preocupa de verdad. Tu entusiasmo y
compromiso servirán de inspiración a los demás.
Ensaya tu ponencia frente a un espejo para hacerte una idea de la imagen que proyectas y de cómo suenas.
Cómo participaren un debate: Muchos de los consejos acerca de cómo pronunciar un discurso pueden resultar también útiles a la hora de participar en un debate que tenga lugar en el contexto de una reunión o en cualquier otro evento. Si conoces de antemano cuál es el tema de debate, podrás preparar exactamente lo que quieres decir, aunque el contenido deberá ser mucho más breve. Si decides hacer una intervención espontánea durante una reunión o un evento, también puedes pensar en lo que quieres decir mientras otra persona está hablando.

miércoles, 28 de octubre de 2009

un primer momento comunicativo


El primer momento de la comunicación, el de la comprensión, es de apertura a otras formas de vida; en él se basa la tolerancia y el pluralismo razonable; él constituye el reconocimiento del derecho a la diferencia. Hay que perder el miedo a comprender a otros, como si ello significara tener que estar de acuerdo con ellos. Los que así piensan son los que prefieren ignorar la opinión de los demás, excluirlos de la participación, negarles la posibilidad de tener razón. Sólo después de haber comprendido a otros se puede analizar si estamos en acuerdo o en desacuerdo con ellos. En este punto hay que advertir que este es el lugar donde se desarrolla la argumentación de los comunitaristas.
Pero, como ya lo indicamos, es necesario superar este primer momento de la comunicación, sin minimizar su importancia. El lenguaje nos sirve para contextualizar nuestras opiniones, pero también nos sirve para defenderlas o cambiarlas con base en los mejores argumentos. Así pues, los participantes en la acción comunicativa pretenden que las proposiciones enunciadas sean verdaderas en un mundo objetivo, en el cual la acción del hombre es pragmática. Si la racionalidad se restringe a la eficacia de este tipo de acciones, se corre el peligro de comprender la acción humana en su totalidad como un gran plan estratégico, en el que se integran sistémicamente y se cosifican las personas. Por ello es necesario explicitar cómo la acción comunicativa abre también un mundo personal. Las pretensiones subjetivas expresadas en las proposiciones con sentido se orientan a la credibilidad, tanto del que las expresa como de quien reacciona a ellas. Así se va constituyendo 'a identidad de las personas, su autenticidad (Taylor 1994), base de toda eticidad. Se trata de un nuevo tipo de racionalidad, que compromete la acción personal a ser coherente con lo expresado, para que la persona sea reconocida como veraz, sincera y auténtica.
Por ello es necesario comprender que quienes participan en la acción comunicativa también tienen pretensiones relacionadas con contextos normativos, distintos de los objetivos, y que se validan mediante razones que se nutren en el mundo social. En efecto, las proposiciones con sentido pretenden que la acción que se describe en ellas es correcta, o que el contexto normativo en el cual se realiza dicha acción es legítimo. Esta pretensión de rectitud, referida a un mundo soc/a/, es la que posibilita que los valores y las normas se vayan generalizando. De este modo se van consolidando las instituciones y se desarrollan las diversas formas de sociedad. Los argumentos, las razones y las teorías en esta «región ontológica» del mundo social, de la solidaridad y de la reciprocidad, van constituyendo el sentido de una moral razonable. Hay que advertir que los acuerdos que se logren mediante la argumentación tienen mucho de común con los mínimos de las éticas contractualistas.
Si el principio puente es la comunicación, ésta debe partir del uso contextualizador del lenguaje, articulado en el primer numeral, para intentar dar razones y motivos, un uso del lenguaje diferente, el cual constituye la fuerza de la argumentación. Esta debe orientarse a solucionar conflictos y a consolidar propuestas con base en acuerdos sobre mínimos que nos lleven por convicción a lo correcto, lo justo, lo equitativo. La competencia argumentadora no desdibuja el primer aspecto, el de ta complejidad de las situaciones, que desde un punto de vista hermenéutico y moral son comprendidas y reconocidas como diferentes. La argumentación busca, a partir de la comprensión, llevar a acuerdos con base en las mejores razones, vinieren de donde vinieren. La actividad argumentativa en moral es en sí misma normativa, lo que indica que en moral el principio comunicativo y dialogal es fundacional (Hoyos 1993).
Este es el lugar de retomar los principios de la argumentación jurídica, propuestos por R. Alexy (1989), como lo hace J. Habermas (1985) para el proceso discursivo de desarrollo de las normas morales.
Dichos principios explicitan cómo toda persona que participa en los presupuestos comunicativos generales y necesarios del discurso argumentativo, y que sabe el significado que tiene justificar una norma de acción, tiene que aceptar implícitamente la validez del postulado de universalidad. En efecto, desde el punto de vista de lo lógico-semántico de los discursos, debe procurar que sus argumentos no sean contradictorios, que estén bien formados; desde el punto de vista del procedimiento dialogal en búsqueda de entendimiento mutuo, cada participante sólo debería afirmar aquello en lo que verdaderamente cree y de (o que por lo menos él mismo está convencido: debe ser auténtico en los procedimientos discursivos.
Y finalmente, desde el punto de vista del proceso retórico, el más importante, valen estas reglas:
a) Todo sujeto capaz de hablar y de actuar puede participar en la discusión.
b) Todos pueden cuestionar cualquier afirmación, introducir nuevos puntos de vista y manifestar sus deseos y necesidades.
c) A ningún participante puede impedírsele el uso de sus derechos reconocidos en a) y en b).
A partir de estas condiciones de toda argumentación, se ve cómo el principio de universalización es válido. Este nos puede llevar al principio moral más general:
únicamente pueden aspirar a la validez aquellas normas que pudieran conseguir la aprobación de todos los participantes comprometidos en un discurso práctico (Habermas 1985).
Pensamos que este es el momento de mostrar la conveniencia, la oportunidad e inclusive la necesidad de aprender a argumentar, a dar razones y motivos en moral y ética, para superar los dogmatismos, los autoritarismos y los escepticismos que se han ido camuflando en el proceso político y en la sociedad civil, reflejo apenas de un proceso educativo poco crítico y reflexivo montado más bien en modelos de aprendizaje para la memoria.
La teoría de la acción comunicativa nos permite así diferenciar dos tipos de acción social, opuestos entre sí por naturaleza: la acción a partir del entendimiento mutuo al que conduce la comunicación, con base en el reconocimiento de la solidaridad, y la acción determinada estratégicamente, en la cual el «otro» es un medio más para obtener fines; aquí se origina la cosificación y la manipulación. Esta caracterización de ambos tipos de acción social a partir de la comunicación nos permite destacar la normatividad de la acción comunicativa con respecto a todos los demás tipos de acción humana.
Así, la acción comunicativa se constituye en «punto arquimédico» para fundamentar la moral. En efecto, la comunicación abre las posibilidades a consensos no coactivos con respecto a un mundo de objetos, a un mundo de relaciones sociales y a un mundo de intenciones personales. Quien apuesta a la comunicación cotidiana se compromete, sin excluir a nadie del diálogo, no sólo a clarificar cooperativamente el significado de lo expresado verbalmente, sino también a dar razones con respecto a lo que pretende con tales expresiones significativas.
Pero el diálogo y la comunicación pueden llegar a constituirse en principio puente único, absoluto y autosuficiente por sí mismo, y convertirse así en principio meramente formal, no muy distinto de la pura forma del imperativo categórico. La condición para que la comunicación no se formalice es su vinculación con los aspectos hermenéuticos del lenguaje y con las posibilidades de llegar a acuerdos.
sobre mínimos, con base en formas más ricas que las de la mera lógica formal, como son, entre otras, la retórica, la negociación, los movimientos sociales, la misma desobediencia civil, etc.
En consecuencia, la relación entre consenso y disenso debe ser pensada y desarrollada social y políticamente con especial cuidado. Absolutizar el consenso es privar a la moralidad de su dinámica, caer en nuevas formas de dogmatismo y autoritarismo. Absolutizar el sentido del disenso es darle la razón al escepticismo radical y al anarquismo ciego. La relación y la complementariedad de las dos posiciones pone en movimiento la argumentación moral. Todo consenso debe dejar necesariamente lugares de disenso y todo disenso debe significar posibilidad de buscar diferencias y nuevos caminos para aquellos acuerdos que se consideren necesarios.
"Esta dialéctica entre consensos y disensos nos devuelve al principio, al mundo de la vida y a la sociedad civil, en la cual los consensos tienen su significado para comprender los conflictos y para buscar soluciones compartidas, y los disensos, a ¡a vez, nos indican aquellas situaciones que requieren de nuevo tratamiento, porque señalan posiciones minoritarias, actitudes respetables de quienes estiman que deben decir «no» en circunstancias en las que cierto unanimismo puede ser inclusive perjudicial para la sociedad, en las que los mismos medios de comunicación manipulan la opinión pública porque se han convertido en cortesanos o en aduladores del César".
La integración que hemos pretendido hacer de estas cuatro formas de argumentación moral nos permite descubrir sus relaciones íntimas y evitar así las unilateralidades y limitaciones de cada una de ellas. De hecho, el valor fundamental de jp comunicación, como ya lo advertimos, se gana a partir de la contextualizacióri del sentido expresado en los actos de habla: esto sólo es posible en el horizonte del mundo de la vida y de la sociedad civil, constituido por la cultura de un pueblo, por sus tradiciones, por sus valores La acción moral tiene sentido y se motiva en un contexto determinado, en búsqueda de fines específicos, en bien de una comunidad concreta y de las personas que la conforman. Por ello afirmamos que un primer momento de la argumentación moral consiste en «reconocer la verdad del comunitarismo».Pero al reconocer dicha verdad es también necesario descubrir sus límites, los cuales se superan al asumir la función no sólo contextualizadora, sino también argumentativa del lenguaje. La posibilidad de dar razones y motivos de mis acciones me puede ayudar a superar el contexto, el grupo, la comunidad, la nación, en un horizonte más universal de la moral, el de los derechos humanos, el de los principios universales y los deberes para todos los hombres, independientemente de su credo, color, posición sodal, condiciones económicas, ideología, etc
Dichos procesos argumentativos buscan consensos, acuerdos sobre mínimos, con base en una constitución, en una razón pública y en unas instituciones, ellas mismas resultados y órganos de la justicia como equidad.
Pero dado que dichos consensos también pueden ser absolutizados, negando quizá los derechos de las minorías, reduciendo la autenticidad de la persona a lo pactado en acuerdos mayoritarios, es necesario rescatar el sentido moral del disenso: la posibilidad y necesidad en algunas ocasiones de poder dedr «no», de suerte que la crítica no pierda su función social primordial (Muguerza 1989, 1990).
El disenso lleva a la reconstrucción de procesos comunicativos en el mundo de la vida y en la sociedad civil, procesos de política deliberativa y de democracia representativa en los que pretende justificarse el consenso.

moral comunicativa

El principio puente. Ahora que hemos accedido al campo de lo moral gracias a una tematización de los sentimientos morales, preguntamos cómo a partir de ellos podemos llegar a criterios, a principios que nos permitan juzgar los casos particulares desde «el punto de vista moral». La moral se ocupa de sentimientos, de vivencias y experiencias, pero se expresa en juicios. Por ello la moral no se queda en el nivel puramente subjetivo de los sentimientos, no es sólo asunto privado. Los sentimientos morales que hemos descrito más arriba son ciertamente personales, pero se caracterizan porque pueden ser generalizables. Aquello que me produce resentimiento es algo que yo considero podría resentir a otras personas si estuvieran en mis circunstancias. La indignación que nos causa un secuestro es algo que pensamos debería ser compartido por todos los ciudadanos. La culpa que experimentamos cuando hemos ofendido a alguien es un sentimiento que quisiéramos tuviera quien nos ofende u ofende a otros. Si los sentimientos morales son personales y se dan en relaciones interpersonales, también son «transpersonales».

Como lo ha indicado J. Habermas (1985), se busca a partir de aquí un principio puente que nos permita pasar de sentimientos morales, de todas formas comunes a muchos en situaciones semejantes, a principios morales;
en términos kantianos, de máximas a leyes universales. Para pasar de los sentimientos y experiencias morales a principios, nos valemos, como en el conocimiento científico, de un principio metodológico. Allí se habla del principio de inducción, el cual permite pasar de casos particulares (dados en la experiencia) a leyes generales. En la moral también buscamos un principio que nos sirva de puente entre los sentimientos de la experiencia y los principios de la moral: se trata de una especie de «transformador» que nos permita pasar de experiencias a juicios.
Lo que propone Kant es que orientemos nuestras acciones por aquellas máximas, puntos de vista, que para nosotros puedan llegar a ser de tal validez que estemos dispuestos a querer libremente que cualquier otro en su obrar se guíe por las mismas máximas, es decir, que éstas puedan llegar a transformarse en leyes universales. Por ejemplo: si la máxima de mis acciones es respetar la vida del otro, es posible que yo esté dispuesto a aceptar libremente que dicha máxima pueda ser la de cualquier otro. Lo mismo puede valer para «no lesionar a nadie», «no instrumentalizar a nadie», etc.
El principio puente de la moral moderna es la libertad humana. Por eso podemos reconocer que, enfrentados a las obligaciones morales, sólo podemos ser responsables de nuestras acciones si de alguna manera somos libres de obrar de una u otra manera. De la misma forma, sólo si reconocemos que somos libres podemos descubrir que la moralidad tiene sentido para el hombre.
Sin embargo, el imperativo categórico es tan absoluto, tan general, que muchas veces pareciera que su aplicación no sólo es difícil, sino imposible. De esta forma la moral se ha ido debilitando, sobre todo porque no siempre parece ser viable el descubrir con base en la reflexión personal aquellos principios que podemos querer libre, autónomamente, que sean leyes universales. Es posible que confundamos nuestros intereses egoístas y personales con lo que decimos que queremos que sea ley universal; no siempre es posible conocernos a nosotros mismos para poder enunciar objetivamente aquellos principios que pensamos deberían obligar a todos. De esta forma, las críticas que se han hecho a la moral kantiana obligan hoy a buscar otros principios mediadores, otras estrategias metodológicas, que cumplan la función de puente o de transformador entre las experiencias personales y los principios morales universalizables.
En la propuesta de una ética comunicativa, el transformador es un principio dialogal que puede ser replanteado, a partir de la formulación de Kant, de la siguiente manera: «En tugar de proponer a todos los demás una máxima como válida y que quiero que sea ley general, tengo que presentarles a todos los demás mi máxima con el objeto de que comprueben discursivamente su pretensión de universalidad. El peso se traslada de aquello que cada uno puede querer sin contradicción como ley general, a lo que todos de común acuerdo quieren reconocer como norma universal» (Sobrevilla 1987,104-105).
Quiere decir que et puente es el de la comunicación, y en ella radica toda fundamentación posible de la moral y de la ética. El mismo Habermas propone como fundamento discursivo común tanto de la moral, por un lado, como de la ética, la política y el derecho, por otro, el siguiente principio: «Sólo son válidas aquellas normas de acción con las que pudieran estar de acuerdo como participantes en discursos racionales todos aquellos que de alguna forma pudieran ser afectados por dichas normas» (Habermas 1992, 138).
Pero entonces es importante analizar las estructuras de la comunicación humana, que son tan complejas que en su explicitación podemos reconocer fácilmente otros modelos de argumentación moral, otras formas de puentes o de transformadores que nos permiten llegar de la experiencia a principios morales.
Momento inicial de todo proceso comunicativo es el que podríamos llamar nivel hermenéutico de la comunicación, en el cual se da la comprensión de sentido de las expresiones lingüísticas, de las situaciones conflictivas, de las propuestas de cooperación social, etc. Este momento comprensivo es un desarrollo de la fenomenología del mundo, de la vida, y es conditio síne qua non del proceso subsiguiente. Se trata de un reconocimiento del otro, del derecho a la diferencia, de la perspectiva de las opiniones personales y de cada punto de vista. Es un momento de apertura de la comunicación a otras culturas, formas de vida y puntos de vista, para apropiarse del contexto propio en el cual cobra sentido cada perspectiva y cada opinión. No olvidemos que toda moral tiene que comenzar por la comprensión del otro. Naturalmente que reconocer al otro no nos obliga a estar de acuerdo con él. Quienes así lo temen prefieren, de entrada, ignorar al otro, ahorrarse el esfuerzo de comprender su punto de vista, porque se sienten tan inseguros del propio que más bien evitan la confrontación.
Chañes Taylor ha insistido en hacer fuertes las funciones hermenéuticas del lenguaje: primero, su función expresiva para formular eventos y para referirnos a cosas, para destacar sentidos de manera compleja y densa, at hacernos conscientes de algo; segundo, el lenguaje sirve para exponer algo entre interlocutores en actitud comunicativa; tercero mediante el lenguaje determinados asuntos, nuestras inquietudes más importantes, las más relevantes desde el punto de vista humano, pueden ser tematizadas y articuladas para que nos impacten a nosotros mismos y a quienes participan en nuestro diálogo (Thiebaut en Taylor 1994, 22).
Este momento hermenéutico del proceso comunicativo puede ser pasado a la ligera por quienes pretenden poner toda la fuerza de lo moral en el consenso o en el contrato, pero precisamente por ello es necesario fortalecerlo para que el momento consensúa! no desdibuje el poder de las diferencias y de la heterogeneidad propio de los fenómenos morales y origen de los disensos, tan importantes en moral como los acuerdos mismos.
En este lugar hermenéutico de la comunicación se basa el contextualismo, y en su misma línea las morales comunitaristas (M. Sandel, A. Madntyre, M. Walzer, Ch. Taylor) proponen como principio mediador la comunidad a la que pertenecemos con sus tradiciones, valores, virtudes y cultura en general. El acierto del comunitarismo está en descubrir que la dimensión ética sólo se abre a las personas en el contexto de un grupo social (la familia, por ejemplo), de una habla sólo de tolerancia sino de pluralismo razonable, en el cual se ve un bien para la comunidad. «La tolerancia -escribió Goethe- debería propiamente ser sólo una actitud de transición: debe llevar al reconocimiento. Tolerar significa ofender». (Goethe, Máximas y reflexiones, N. 151).
Como propuesta liberal, en el sentido pleno de la palabra, la del neocontractualismo pretende hacer realidad las promesas de la modernidad y de la ilustración. El reto que se le presenta es conservar la continuidad y transitividad entre el primer y el segundo principio de la justicia o, como se formula hoy, conservar la vinculación entre los derechos primarios en torno a la libertad y los así llamados derechos humanos de «segunda generación»: los derechos sociales, económicos y culturales.
Es cierto que la estructura subyacente al contrato social puede ser la de la comunicación. Pero la figura misma del contrato y su tradición parecen poder inspirar mejor los desarrollos del sentido ético de la política y de una concepción política de justicia y de sociedad civil. Sólo que en el momento en que tanto la comunicación al servicio del consenso como el contrato social mismo tiendan a abolutizarse, se corre el peligro de que en aras del consenso o de las mayorías se niegue la posibilidad del disenso y los derechos de la minorías.
La consolidación del contrato social en torno a unos mínimos políticos puede constituirse en paradigma de orden y paz, cuando de hecho los motivos del desorden social y de la violencia pueden estar en la no realización concreta de los derechos fundamentales. Las necesidades materiales, las desigualdades sociales, la pobreza absoluta, la exclusión cultural y política de poblaciones enteras y de grupos sociales, debe ser agenda prioritaria para quienes aspiran a que el contrato social, la concepción política de justicia y sus principios fundamentales, sean bases de la convivencia ciudadana. Mientras no se logre efectivamente esto, hay lugar para las diversas formas de manifestación del disenso legítimo.3. La verdad del comunitarismo consiste en la necesidad de fortalecer el así llamado nivel hermenéutico de la comunicación: la comprensión, el reconocimiento de otras culturas, los derechos del otro, el derecho a la diferencia. La verdad del liberalismo político consiste en la propuesta de una sociedad bien ordenada, a partir del pluralismo razonable, con base en los principios de la justicia como equidad. «La ética comunicativa» (J. Habermas, K.O. Apel, A. Cortina) permite superar el relativismo propio de la absolutización de la hermenéutica, al hacer del diálogo, nutrido en el mundo de la vida, el puente entre nuestras experiencias personales y los principios morales. De esta forma, al desarrollar la competencia argumentativa del lenguaje, sin negar su poder interpretativo y comprensivo, la racionalidad comunicativa reconstruye genéticamente el «Overlapping Consensus», el consenso entrecruzado del contractualismo, liberándolo a la vez de las ficciones de la posición originaria y del velo de ignorancia.
Propuesta comunicativa de reconocimiento integral de la ciudadanía desde la argumentación moral. Una propuesta que tenga en cuenta las diversas concepciones actuales de la ética podría desarrollarse
en los siguientes pasos:
1. Una fenomenología de lo moral, para explidtar AL
cómo la moral es de sentimientos (vivencias y
motivaciones) y tiene su origen en experiencias del mundo de la vida, así no se
exprese en sentimientos sino en juicios y principios. Este es el fenómeno moral
fundamental, que se debe explicitar en tres aspectos por lo menos:
1.1. El sujeto moral, aquel que se constituye en la sociedad civil en situaciones problemáticas, en las cuales puede estar o «desmoralizado» o «bien de moral». Pero ante todo estamos hablando del sujeto capaz de formarse, del cual dijera Kant que ha de acceder a su mayoría de edad al atreverse a pensar por sí mismo. Este sentido fuerte de autonomía no tiene por qué no relacionarse con el mundo de la vida, ámbito de mi responsabilidad, con los otros copartícipes e interlocutores en la sociedad civil y en la historia. La responsabilidad del sujeto moral es de sí mismo y de las situaciones que lo rodean. En este sentido se habla con toda propiedad de una «ética de la autenticidad» (Taylor 1994).
Hay que acentuar la estructura fundamentalmente contextualista, en la cual se constituye este sujeto moral como responsable de... y con respecto a...: en el mundo de la vida, en la historicidad, en la cultura, en la sociedad civil. Esto protege en todo momento al sujeto moral de interpretar su autenticidad como solipsismo monológico, cayendo en actitudes narcisistas que niegan «el carácter fundamentalmente o/a/óg/co» (Taylor 1994, p. 68) de la vida humana, presente ya en el «sentimiento de existencia»

en camino de lograr una etica comunicativa

En las dos últimas décadas del siglo veinte cobra fuerza un nuevo modelo de ética, de origen alemán, desarrollado sobre todo por J. Habermas y K.O. Apel, basado en el diálogo y la comunicación. En España y América Latina ha sido Adela Cortina la que más ha difundido este modelo. Parten estos autores de la autonomía de la persona para establecer las normas morales. Las normas no se pueden imponer desde la religión o desde determinada ideología o filosofía.
El hombre es autolegislador. Ahora bien, siguiendo este principio, en una sociedad pluralista y democrática como la actual, el único camino para encontrar y establecer normas, que sean aceptadas por todos, es el diálogo. Para hacer posible esta ética dialógica, todos los miembros de la comunidad se deben reconocer recíprocamente como interlocutores con los mismos derechos y se deben obligar a seguir las normas básicas de la argumentación. De este modo, se puede llegar a establecer unas normas mínimas por consenso, las cuales regularán el comportamiento moral en la sociedad pluralista y democrática.
fija en el ser responsable una línea coherente de pensamiento y actitud que, afirmada por principios morales universales, llega a la comunidad y constituye cultura. Nada exige tanta presencia ética como la comunicación, que relaciona persona y sociedad, en la autenticidad de sus contenidos verdaderos y en la coherencia de su revelación digna.
La fundamentada constatación de lo verídico y (a necesidad social de compartirlo se encuentran y relacionan con frecuencia en la pasión del anuncio transformador e impresionante. Esa pasión conduce al comunicador a la revelación de lo constatado en la medida conseguida por la vocación personal iluminadora o por la sed social de novedad; un cierto litigio entre lo impresionante y lo necesario, lo sorpresivo y lo definidor, lo auténtico y lo generador de fantasías, desequilibran la severidad objetiva y desarman la coherencia necesaria de verdad y dignidad.
En ese litigio, la verdad padece, la objetividad sufre mermas dañinas y la comunicación genera de modo espúreo "mentiras, calumnias, insultos", que con frecuencia alteran al más sereno, turban el juicio público y violentan el ejercicio de la justicia. Más aún, siendo la comunicación el poder mayor entre todos los que conforman el mundo de las aspiraciones sociales, la susceptibilidad del comunicador que no quiere perder nada de lo que descubrió y valora su prestigio y la nerviosidad de los sujetos de información y de los afectados por ella, agigantan sus apasionamientos y de inmediato la violencia demuestra su poder o su impotencia, dejando ambas amargura insatisfecha.
Por otra parte, el vulgar placer común de mentir y el miedo a ta verdad, por elemental que ella fuera, han desnaturalizado socialmente nuestros criterios, sobre todo el de los conductores culturales y políticos y de modo singular el de esa gleba de áulicos que cortejan la inseguridad personal de los más notables, difundiendo toda suerte de alteraciones de la verdad y confundiendo sus más objetivos significados. Nada difícil saber qué es verdad y nada tan fácil como ofenderla. También nada más frecuente que la mentira y, por desgracia, ninguna moneda, como ella, es la más vigente en el mercado diario.
En momentos no muy distantes vivimos un entredicho, que abrió en el país distancias insospechadas, entre el Poder, que siempre se considera en la verdad, y la libertad de comunicación que publicó las palabras críticas de un conocido empresario, en un contexto adverso, algo duro, que a la autoridad le ofendió. A la distancia y sin apasionamiento alguno, sí creemos que el criterio de quienes respondieron por el Poder a las expresiones del empresario, se ubicaron muy lejos de la realidad y de la serena objetividad, interpretando muy negativamente la crítica recia, pero no ofensiva y encontrando, como para presentarla a juicio, mentira, calumnia, ofensa e insulto, lo que fue explosiva ligereza.
El Habeas Corpus concluyó el episodio, en el que se puso en juego un derecho muy noble de la comunidad: el de la comunicación. La violencia de una interpretación equivocada confundió la mentalidad social y no logró restauración alguna de lo que juzgó ofensa, para el derecho del supuestamente ofendido. Jamás se piensa y se deja sin esclarecimiento siempre a esa gran confusión mental que soportan nuestras comunidades, cuando por cualquier razón o motivo egoísta, se juega con los términos y significados.
La serenidad y la justicia exigen severa proporción en las actitudes para que lo ético sea lo dominante de toda relación social y la comunicación la mantenga y fortifique.
LAS PALABRAS Y LA COMUNICACIÓN. La forma en que establecemos las relaciones interpersonales a través del dialogo claro y objetivo facilitan la comunicación. Expresar abierta, clara y responsablemente nuestras necesidades puede facilitar el dialogo.
En ese tipo particular de encuentro que se propone, las palabras van tratando de dar el sentido y significado que encuentra cada persona para manifestar su problemática o inquietud frente a las circunstancias que le tocan en el diario vivir.
Se intenta hacer surgir del individuo que viene a fortalecer sus habilidades (por malestar, crisis o toma de decisiones) los recursos latentes en si mismo, como por ejemplo: la fuerza de voluntad, el coraje, la capacidad afectiva, habilidades personales, tenacidad, capacidad de aprender etc.
Las personas tratan de comunicar a través del lenguaje que tes pasa y corno pasan las cosas. En este intercambio de comunicación, observamos que muchas veces son las mismas palabras, fallos básicos en la comunicación: falta de explicaciones adecuadas, comunicación equivoca o la mala lectura de las acciones de los demás, lo que crea conflictos.
Son las formas de expresión y manifestación del pensar y sentir las que pueden dificultar las relaciones interpersonales
Otro factor causante de conflictos son los contratos psicológicos (lo no expresado pero esperado a la vez) los cuales se basan en las expectativas tacitas e inconscientes que cada uno tiene de los demás. La violación de estos "convenios comunicativos" es también, un elemento influyente en una situación conflictiva: hila una trama que muchas veces se enreda.
Expresar abierta, dará y responsablemente nuestras necesidades puede facilitar el dialogo.
Digo responsablemente, por el hecho de despejamos del egoísmo circulante del momento, manifestando lo que queremos o deseamos desde nuestro lugar de respecto al otro con quien nos relacionamos.
En pocas palabras dirigirnos hacia el otro mediante un leguaje sincero y explidto para comunicar nuestras necesidades y expectativas mas profundas, es una de las claves facilitadoras de las relaciones humanas.

la conversacion

Pensar la conversación como una puesta en escena de dos o más personas nos sitúa en la acción de una reciprocidad o convenio de las partes, en primera instancia de escuchar y en segunda instancia, de cooperar en el éxito de la acción comunicativa por tal razón, este modulo se a elaborado desde una óptica de la ética, de la pertinencia de los valores integrados a cada interlocutor. Consideramos como tutores que lo primero que se observa en un proceso comunicativo exitoso es la apropiación del interlocutor de sus valores éticos y de normas de etiqueta en la aplicación de la comunicación sea de carácter escrito u oral. En este sentido, amigo estudiante y amig@ lector le invito para que desarme su corazón y reciba con amplitud las palabras que siguen
Los seres humanos nos movemos en dos coordenadas: tiempo y espacio. La segunda la abordamos en la proxémica. La primera, el tiempo, es del dominio de la cronética, entendida como el manejo de la comunicación en el tiempo, la producción de significados con y desde la coordenada tiempo ¿Cuánto nos demoramos en responder, o cuánto tiempo esperamos para decir algo? Los abuelos nos hablaban del don de la oportunidad. En muchas ocasiones generamos problemas, no tanto por lo que decimos, sino por el momento en que lo decimos. Tan importante es lo uno como lo otro.
La cronética también se las ve con reconocer la temporalidad propia de cada suceso. La pregunta de la cronética es ¿cuándo es el momento más apropiado para decir algo? Los griegos distinguían dos acepciones del tiempo con dos palabras distintas: erónos y ka/ros. El primero lo podríamos representar hoy con el reloj. Es el tiempo, digamos, objetivo. ¿Cuántos minutos componen una hora? Sesenta, se responderá con precisión. Pero... no es lo mismo una hora en una clase aburridora, que esos "mismos" sesenta minutos en compañía de la persona amada. No es lo mismo. El ejemplo nos muestra el ka/ros de los griegos, referido no tanto al tiempo, sino la temporalidad de cada cosa.
Los seres vivos estamos llenos de temporalidades, de circunstancias particulares de cada tiempo. A pesar de que un mes sea un mismo mes, no podemos esperar que sea el mismo para todo el mundo. La vivencia de cada ser en el tiempo difiere tanto como sus huellas digitales. Por otro lado, si bien podemos alegar diferencias económicas, o sociales, nunca podremos discutir diferencias en el tiempo asignada a cada uno. Objetivamente hablando, a todos nos dan el mismo tiempo;
24 horas al día, 7 horas a la semana, 52 semanas al año. Obviamente, la vivencia del tiempo de cada uno de nosotros, y la forma como lo aprovechamos o desaprovechamos, no es igual. Las edades también marcan diferentes temporalidades.

Para Pensar...
El conjunto de estas ¡deas proporciona un panorama sobre lo que se espera de la formación en competencias comunicativas. Más allá de llenar la materia de contenidos extensos, se trata más de lograr un equilibrio entre los contenidos teóricos, los ejercicios para desarrollar las habilidades (saber hacer) y orientaciones para complementar las actitudes (querer hacer). Esto significa una presencia constante de lecturas teóricas, ejercicios prácticos y reflexiones en torno al componente actitudinal.
Con todas estas ¡deas, se busca un acercamiento desde varios enfoques a la comunicación: aproximación reflexiva, teórica y práctica. Se trata, entonces de una línea que pretende atravesar las herramientas, técnicas, posibilidades y repertorios de la comunicación, en un curso que no se quede en la simple recomendación de técnicas para la comunicación (puesta en escena), sino que logre llegar a lo medular de la comunicación: el encuentro de las personas, el consenso, la construcción de tejido social, de cultura y conocimiento. Es decir, sobrepasar el tradicional enfoque de la puesta en escena, para llegar a una puesta en esencia.
Resumiendo, la competencia comunicativa es un conjunto de habilidades y conocimientos que poseen los hablantes de una lengua, que les permiten comunicarse en ésta, pudiendo hacer uso de dicha lengua en situaciones de habla, eventos de habla y actos de habla. Lo que decimos y hacemos tiene significado dentro de un marco de conocimiento cultural. El modo en que usamos la lengua está enraizado en la sociognición colectiva, por medio de la cual le damos sentido a nuestra experiencia.

competencia proxemica

El cuerpo está ubicado en un espado. La producción de significados a partir del manejo de las distancias se denomina proxémica El cuerpo delimita unos espacios de acción a los cuales unos pueden acceder y otros no. Nuestra habitación es un claro ejemplo de ello. No todos pueden tocar nuestros objetos personales, ni nuestro cuerpo. No soportamos de ciertas personas que estén muy cerca de nosotros; en cambio, de otros solicitamos que estén cerca.La vida institucional de una organización es otro escenario para ejemplificar la vivencia de la proxémica. ¿Quiénes pueden acceder a determinados espacios yquiénes no? ¿Quiénes pueden almorzar en qué lugares y quiénes no? La forma de distribuir los espacios de tas oficinas también habla de intencionalidad comunicativa por parte de quien tiene esta responsabilidad. Un escritorio amplio, una silla grande, detrás de la cual se ven una cantidad de diplomas y reconocimientos... hablan de un jefe que quiere mostrarse distante o imponente ante quienes entran a su oficina.
Una mesa cuadrada o redonda marca diferentes relaciones entre quienes ocupan los respectivos asientos. Si es redonda, se supone muestra igual distancia entre todos. Pero si es cuadrada o rectangular... ¿quién ocupa la cabecera? ¿En qué piso del edificio está ubicada la presidencia? ¿Cuántas puertas deben cruzarse antes de ingresar a ella? ¿Cuántos metros de distanda hay entre los escritorios de los empleados? ¿Se encuentran distribuidos de forma que se den mutuamente la espalda, o uno enseguida del otro? Preguntas como éstas nos ayudan a visualizar la forma como los seres humanos comunicamos mensajes a través de como distribuimos el espado.
Esta distribución da lugar a lugares sagrados, lugares olvidados, lugares comunes, lugares excesivamente visibles, ocultos, transitorios, cómplices, iluminados, oscuros, etcétera. Así lo comprobamos en nuestra casa. Desde pequeños se nos enseñó a respetar espacios como la habitación de nuestros padres; en esa cama sólo se pueden sentar algunos. Igualmente se nos dijo que la gente de la calle no tenía por qué entrar a nuestra cocina o abrir nuestra nevera. La codificación producida al distribuir el espado, está determinada por una codificación previa, que está definida por metros de distancia entre nuestro cuerpo y el resto del mundo.
Fue Edgard Hall quien nos habló de este sistema de demarcación del territorio (los seres humanos también tenemos territorio y estrategias para defenderlo). Dicho sistema funcionaría por capas o burbujas. En primer lugar, se encuentra la burbuja íntima, el espacio preciso de nuestro cuerpo. Sólo nosotros tenemos poder de decisión sobre qué hacer con nuestro cuerpo. No todos conocen nuestra desnudez. A ella acceden pocos. La intimidad es el espacio sagrado del cuerpo. La defendemos con todo tipo de atuendos, llaves, puertas de acceso, manejo de luces, y demás. No permitimos a cualquiera tocar nuestro cuerpo. En la burbuja íntima se dé el encuentro del yo con el yo.
Unos treinta centímetros después de la burbuja íntima, encontramos la burbuja ínterpersonal. En ella interactuamos con quienes conocemos. Es donde se da el intercambio verbal y gestual entre dos o más personas. Importante: este intercambio exige como condidón fundamental el conocerse mutuamente, reconocer el pasado de la otra persona, su origen, su relación conmigo, sus intenciones, sus propósitos, sus objetivos ante la vida y ante mí. En la burbuja interpersonal hablo con mis familiares, amigos y compañeros. Hablo con quienes conozco y me conocen.
Desde el límite de la burbuja ¡nterpersonal y unos dos metros, se encuentra la burbuja social. En ella se registra la aparición casual, no deliberada, de otras personas de quienes se puede presumir quiénes son, pues el espacio en el que se da el encuentro permite intuir algunas pistas. En la universidad, en la calle de una ciudad, o en la empresa, me encuentro con personas cuyo nombre desconozco, pero de quienes sé alguna mínima información: que estudian, viven o trabajan en el mismo lugar que yo. No sé el nombre de estas personas, ni reconozco su rostro, pero definitivamente tengo alguna mínima información para orientarme.
Como ciudadano perteneciente a un grupo social con un pasado y una cultura popular (una cierta forma de sabiduría), puedo reconocer en esta burbuja quién es confiable y quién no. Así que me alejo de quienes sospecho, por su aspecto personal o por su forma de mirarme, que pueden tener intenciones no gratas conmigo. Sin embargo, fácilmente puedo caer presa de los estereotipos: diario ocurre, juzgamos mal a quien va a nuestro lado en la calle o en el bus, por determinada forma de vestir o hablar. Se trata, a pesar de ello, de unos códigos de supervivencia que hemos aprendido a manejar, pues sabemos que los ladrones o estafadores, aparecen justo en la burbuja social, y a través de artimañas buscan ingresar a la ¡nterpersonal. Por eso buscan vínculos con referentes cercanos a nosotros, como tratar de mostrar su parentesco con alguien conocido por nosotros o estrategias similares.
Finalmente, se encuentra el resto del mundo, es la burbuja pública. En ella existen personas de las cuales desconocemos la mayoría de su información. Cuando en casa nos dicen que al trabajar vamos a enfrentar a todo el mundo, nos hablan de las precauciones que debemos tener en esta burbuja. De los demás, sólo sabemos que son seres humanos, seguramente poseedores de un lenguaje, moradores de una vivienda, habitantes de alguna ciudad y país... es decir, aunque no sepamos detalles, necesitamos incluso saber esa información. A estas inquietudes corresponden, precisamente, las preguntas más comunes que intercambiamos al conocer a alguien.
La disposición de estas burbujas se da a como en círculos concéntricos, a través de una rigurosa reglamentación que a diario defendemos. Cuando alguien de otro nivel ingresa en la burbuja no correspondiente, buscamos procedimientos para volver a poner las cosas en orden, como vivimos cuando el metro abre sus puertas, momento en el cual las personas caminan rápido para recuperar su espacio personal; o en un ascensor: al cerrar las puertas se siente transgredida la intimidad, porque tenemos a otros desconocidos más cerca de lo que quisiéramos permitir. Cuando nos despedimos de alguien en un aeropuerto, o en la portería de nuestro edificio, nos encontramos efectuando un ritual mediante el cual oficializamos el paso de la burbuja íntima o interpersonal a la burbuja social o pública. Esto ocurre en el caso de un familiar que se va de viaje, de un hijo que toma su transporte para dirigirse al colegio, de un amigo que se devuelve para su casa luego de haber estado un fin de semana con nosotros, o de un novio o novia con quien terminamos nuestra relación. Dar la bienvenida, es justo lo contrario:
recibir nuevamente en la burbuja íntima o interpersonal, a alguien que se encontraba en otro país o ciudad, es decir, en la burbuja pública. En términos del citado Sebastiá Serrano: "En cualquier sociedad humana, la mayor parte de las actividades rituales -procesos estandarizados de comportamientos sociales- se encuentran al servicio de complejas ideas simbólicas".
Es importante reconocer el manejo del espacio como una de las formas como nos comunicamos, y desde la cual nos comunicamos. El manejo de la territorialidad, sin embargo, no se da sólo en espacios físicos. Cotidianamente desplazamos nuestro territorio en objetos, palabras, personas, olores, canciones, es decir, en símbolos... Cuántas veces, por ejemplo, reconocemos a alguien por sus accesorios, su vestimenta, o sus chistes.

nuestro cuerpo comunica

Competencia Quinésica: El cuerpo comunica. La postura, los gestos, la mirada, el rostro, el cabello, las manos... todos son dispositivos de comunicación mediante los cuales estamos diciendo cosas permanentemente, aunque no lo sepamos. Hablamos ahora de la competencia quinésica, la encargada de aconsejarnos cómo debemos manejar nuestro cuerpo según el contexto en el cual nos encontremos. Una entrevista de trabajo, un salón de clase, una cafetería universitaria, un almuerzo de negocios, una obra de teatro, un concierto, un acto protocolario... son momentos diferentes de los cuales se espera un comportamiento diferente de nosotros, y dicho comportamiento tiene su equivalente en la disposición del cuerpo. En otras palabras, para cadasituación habrá diferentes expectativas sobre el cuerpo.
Las anteriores competencias tenían que ver con el lenguaje. Tanto ésta como las siguientes, tienen que ver más con el cuerpo y con la forma como lo manejamos. En nuestra comunicación habitual es menos importante la palabra que el gesto. Este último define intenciones, matiza los posibles "querer decir. Con el cuerpo podemos complementar, enfatizar o contradecir lo dicho con palabras. En ocasiones, incluso, podemos prescindir de éstas para intercambiar nuestros pensamientos. No obstante, la preocupación teórica por la comunicación no verbal y por entender el lenguaje del cuerpo es reciente en la teoría. Esto a pesar de que, según las culturas, el lenguaje no-verbal puede significar más del 80% de la comunicación.
Sin embargo, a pesar de lo relativamente poco importante que en ocasiones resulta el lenguaje verbal (lo dicho y lo escrito), contamos con alfabetos y códigos sintáctico-léxicos a los cuales acudir para resolver nuestras dudas: diccionarios, compilación de normas gramaticales, ortográficas, y sintácticas; pero no tenemos los mismos diccionarios, normas de gramática y sintáctica para el lenguaje del cuerpo.
Sólo tenemos aproximaciones vagas a lo que pueden significar unas cejas alzadas, unas piernas cruzadas, unas manos abiertas, o una espalda recta. Desconocemos el lenguaje del cuerpo (al menos en cuanto a teoría se refiere), a pesar de que a diario estamos comunicando con él. Confirmar un negocio, obtener un precio especial, postergar un compromiso, o incluso obtener una cita con alguien importante, son situaciones en las que el dominio de nuestro cuerpo, voz y gestos son fundamentales, sin importar cuan conscientes seamos de ello. Un sujeto comunicativamente competente será quien haga uso estratégico de los recursos de la quinesis.

competencia textual

Tareas como las anteriores exigen la producción y comprensión de textos escritos. Ése es el objetivo de la competencia textual. El texto es un tejido (del latín textus), y como tal, al ser leído requiere de un adecuado manejo de las herramientas para la comprensión. El lector deberá desplazarse por los entramados de sentido propuestos por el texto. Esto en cuanto a una faceta del texto, la faceta de la lectura - comprensión. Del otro lado, el de la producción, el escritor deberá contar con un repertorio de competencias propias de la escritura como lo son la cognitiva, la comunicativa y la técnica, cuyos aportes son simultáneos: la primera provee las categorías formales en el pensamiento de quien escribe, pues en el texto hay planteamientos, proposiciones, argumentos.. que requieren de un determinado nivel intelectual. En cuanto a lo comunicativo, si se entiende al texto dentro de un proceso de intercambio entre personas, se deducirá fácil que se requiere de un manejo de los contextos comunicativos para producir textos que tengan claro su objetivo.
En cuanto a la competencia técnica, se trata del manejo de dispositivos para escribir: la pluma, el lapicero, la máquina de escribir, el computador, y otros más.
La competencia textual, referida al desarrollo de capacidades para comprender y producir textos es fundamental para todas las personas, en especial para los profesionales, pues gran cantidad de procesos relativos a las empresas e instituciones, tienen que ver, bien con la lectura (manuales de instrucciones, de procedimientos, etcétera), o con la escritura de todo tipo de textos (informes, cartas, proyectos, actas, protocolos, manuales, etcétera).
En la academia es de especial interés la competencia textual, pues el texto escrito ha sido elegido por la cultura para ser el depositario de sus conocimientos, por lo cual buena parte del desempeño de los estudiantes tiene que ver con sus habilidades y posibilidades de lectura y escritura. En cuanto a lo primero (la lectura), el paso del colegio a la universidad le significa al estudiante el acceso a unos textos más complicados, con redacciones plagadas de tecnicismos. Los escritos a leer en la universidad difieren en forma y propósito a los del colegio. Por eso el estudiante encuentra dificultades para interpretarlos. En ocasiones, esto se debe a que el libro universitario no tiene el propósito didáctico de ayudar a otro a acceder a un determinado conocimiento (como ocurría en los libros de texto del colegio), sino que ha sido escrito por un experto que da cuenta de sus avanzados conocimientos en una materia.
En otras ocasiones, se trata de libros cuyo propósito no es precisamente facilitar el conocimiento, es decir, no han sido escritos para divulgar alguna materia en especial, sino que han sido escritos, explícitamente, para ser estudiados. En otras palabras, no fueron escritos para ser disfrutados tanto como para ser analizados. A estos se les conoce popularmente en el mundo universitario como "ladrillos", y los estudiantes no hablan de "leerlos", sino de "meterles el diente".
La complejidad en la redacción de estos no va dada sólo por incapacidad del escritor de ser más claro en su escritura, sino de la complejidad misma del conocimiento del que da cuenta el texto. La oscura redacción de los tratados de filósofos como Kant, Habermas, Lukhman, entre otros, es reconocida por profesionales de diferentes áreas. Así las cosas, dotar de herramientas para la comprensión de textos es una obligación de la universidad y un compromiso del estudiante, quien debe declinar sus gustos personales de lectura.
En términos de actitudes (querer hacer) éste es un elemento fundamental. La apatía por la lectura, asociada a múltiples factores, es uno de fas razones por los cuales somos un país poco competitivo. Leer nos distancia del mundo, permite ver otras formas posibles de estar en él, conocer historias que nos pueden ayudar a enriquecer la nuestra. Pero no se lee sólo lo escrito con números y letras. La imagen, la apariencia personal, el espacio, la ciudad, la gente... son textos susceptibles de ser leídos. Alimentarse de la cotidianidad, conocer lugares dentro y fuera de la ciudad y el país, ver televisión y cine de otras latitudes, acceder comunidades virtuales del mundo, escuchar géneros musicales no acostumbrados... son ejercicios útiles no sólo para leer y escribir mejor, sino, ante todo, para ser mejores personas y profesionales. TODAS LAS PROFESIONES SE HAN CREADO PARA MEJORAR LA VIDA DE LA GENTE. Por lo tanto, todos los profesionales deben ser sensibles al entorno empresarial y social del cual hacen parte, en tanto el objetivo de su formación profesional es, justamente, reconocer en ese entorno situaciones que deban ser mejoradas.

competencia pragmatica

Es el desarrollo de capacidades para convencer y persuadir a los demás.
Nos comunicamos porque deseamos influir en las decisiones, opiniones, conocimientos, actitudes o preferencias de los otros. Siempre nuestra comunicación busca, como fin último, lograr algo de alguien. El escritor de un libro recurre a varias estrategias para hacemos creer su historia; el director de una película de cine, organiza de tal forma las escenas a fin de mostrarnos que su historia es verosímil; nuestro jefe nos habla de determinada manera para que nosotros obedezcamos sus órdenes; los adolescentes emplean ciertas estrategias para obtener ese permiso del papá o de la mamá sin el cual no podría salir con sus amigos; en la televisión, se nos muestran atractivos productos que los anunciantes esperan compremos; los periodistas nos muestran en periódicos y revistas afras e imágenes para que creamos la información suministrada; los profesores nos explican paso a paso los pormenores de esa teoría, modelo, ecuación o concepto; en el metro, nos insisten permanentemente en una serie de comportamientos necesarios para un viaje seguro y agradable. Así, infinitamente, podríamos extender la lista. Con estos ejemplos es suficiente para ver cómo detrás de cada proceso de comunicación entre seres humanos, existe el propósito de influir en sus opiniones, conocimientos o actitudes.
Ésa es la pragmática: el conjunto de recursos, estrategias, tácticas, que empleamos para influir en las decisiones y opiniones de otros. Como somos seres sociales, necesitamos de la aprobación de otros. Nuestras necesidades básicas (vestido, alimentación, vivienda...) tanto como las secundarias (confort, realización profesional...) dependen en muy buena medida de otros. Por eso necesitamos de sus favores, de su compañía, de su aprobación, de su conocimiento, de su experiencia... en fin.
La pragmática es una competencia fundamental en los profesionales, pues a diario debemos tomar decisiones y necesitamos del apoyo de otros para que éstas se efectúen. También es importante por cuanto gran cantidad de actividades realizadas por los profesionales son propuestas que necesitan ser aprobadas por otros para ser realizadas. Un plan presupuesta!, un programa de seguridad industrial, una propuesta de diseño, una iniciativa para mejorar el servicio al diente de la organización, un proyecto de inversión, o una propuesta comercial... son algunos de los ejemplos de situaciones en que a diario los profesionales necesitamos de la pragmática para lograr nuestros objetivos laborales y personales.

competencias paralinguisticas

La anterior competencia le da lugar y pertinencia a las siguientes tres. En el caso de la Paralingüística, se trata de un conjunto, podría decirse infinito, de elementos adicionales que acompañan al lenguaje (bien sea escrito u oral), y que ayudan a complementarlo. Veámoslo con un ejemplo: un mensaje como "me gustan las rosas", puede variar de diversas maneras según la entonación e intencionalidad que le dé una persona al decirlo. Esta misma frase puede ser dicha en varios tonos, como serio, regaño, seducción, indiferencia, pregunta, afirmación, etcétera. Siendo el mismo mensaje, diferentes énfasis le otorgan diferentes interpretaciones.
Para el caso del lenguaje escrito, son los recursos gráficos los que determina posibilidades paralingüísticas de expresión. El manejo de los espacios en blanco, las márgenes, la diagramación, el uso de negrillas, cursivas, mayúsculas, posibilitan distintos matices a un mismo texto, pues aunque el contenido de éste sea el mismo, la manera como se distribuye, se adorna o se dispone el texto, influye decisivamente en la forma como éste es interpretado por parte del lector.

competencias linguisticas

Se relaciona con la adquisición y desarrollo del lenguaje. Como se ha dicho antes, éste es el sistema de símbolos articulados que permiten el entendimiento entre las personas, porque se respalda en una convención social previa. La importancia de esta competencia, va más allá incluso de lo que el mismo lenguaje nos permite decir. El pensamiento está determinado por el lenguaje: sólo podemos pensar aquello que nuestras palabras nos permiten. Si hacemos el ejercicio reflexivo de estar en silencio, constataremos que cada cosa pensada silenciosamente, está determinada por las palabras con las que contamos. Aunque los demás no sepan de nuestros pensamientos, ellos se dan mediante las posibilidades del lenguaje. Incluso, cuando tenemos sensaciones para las cuales no tenemos nombre o palabras asignadas, vemos cuan difícil es explicarle dichas sensaciones a otros, o incluso cuan complicado es concebirlas para nosotros mismos.
Así que el lenguaje no es sólo lo dicho, sino lo pensado, y, sobre todo, lo por decir. Savater, habla de un querer decir. Usa el ejemplo de un extranjero, quien nos habla en otro idioma, desconocido para nosotros; a pesar de eso, sabemos que por su condición de Ser Humano, comunicante y social, esa persona está queriendo decir algo, así no comprendamos con precisión de qué se trata. Cuando vemos a otros seres humanos hablar, sabemos que están queriendo decir algo, y ese querer decir nos identifica como seres humanos. Él mismo narra de la sensación experimentada por los seres humanos con el lenguaje: ser conscientes de que hablamos en una lengua no inventada por nosotros, nos hace sentir que compartimos muchas cosas con ellos: la lengua no me la inventé yo. No se la inventó nadie. Ha sido el continuo conversar entre los hombres y las mujeres de la historia lo que ha creado idiomas, dialectos, jergas y argot.
Una de las principales características del lenguaje, es su condición de sistema simbólico abierto: no tiene limitaciones para producir gran cantidad de mensajes. Si bien las letras del alfabeto constituyen un conjunto cerrado, delimitado, no lo son ni la creación de palabras, ni menos aun la posibilidad infinitamente abierta de producir mensajes con esas palabras. A diario podemos crear palabras para designar objetos, costumbres, sensaciones o situaciones novedosas para las cuales puede o no haber palabras asignadas por la cultura. Año tras año se hace indispensable renovar los diccionarios, ante el inevitable desuso de algunas, y la incorporación de muchas nuevas palabras. Sebastiá Serrano, entiende el lenguaje como un logaritmo, es decir como una posibilidad adquirida de poder entender muchos mensajes posibles, a partir de unos mínimos básicos, como son las letras, y las reglas sintácticas que especifican las condiciones para su uso.
Tal es la contundencia de estas ¡deas, que autores como los mencionados Savater, Maturana, y muchísimos otros como Lyotard, Morin, Santo Tomás, San Agustín, por sólo mencionar algunos, no han dudado en afirmar que el lenguaje nos da el certificado de existencia como seres humanos.

Las competencias en comunicación

El nombre de este curso plantea, de entrada, una promesa: competencias comunicativas. Esto supone la formación en esos conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para ser competentes en la comunicación. En esta siguiente parte nos vamos a dedicar a desentrañar qué consecuencias puede tener esta suposición.
Una reflexión previa: La comunicación en los seres humanos
¿Qué relación existe entre comunicación y lenguaje? Ésta es una de las preguntas de fondo para construir un marco de referencias compacto para hablar de la comunicación en los seres humanos. La comunicación es el proceso mediante e( cual los seres humanos, gracias a ese conjunto de símbolos compartidos que es el lenguaje, puede compartir ideas, pensamientos y sentimientos con los de su especie. Sin ella, sería imposible cualquier actividad humana que implique la presencia de otro. El ser humano es social por naturaleza, necesita de otro para realizar sus propios proyectos por individuales o personales que éstos sean. De esta manera, la comunicación, en todos sus niveles (intrapersonal, interpersonat, grupa! y masivo) hace parte fundamental de la vida humana.En los contextos sociales y del trabajo, la presencia de la comunicación es decisiva, por lo cual la CUR diseñó el curso de competencias comunicativas, en el que pretende dotar al estudiante de los conocimientos necesarios para reflexionar sobre el proceso comunicativo entre personas, así como las actitudes y habilidades necesarias para interactuar consigo mismo y con los demás.

Como se ha dicho hasta ahora, la discusión sobre el concepto de competencias es amplia. Las siguientes ¡deas, aunque no pretenden ser definitivas, hacen parte de las reflexiones que los docentes del Grupo Texturas hemos realizado al respecto. En todo caso, se trata de reflexiones apenas iniciales, y mínimas frente a toda la literatura existente. La lista se construye a partir de los aportes de varios teóricos de la comunicación, así como de las observaciones personales de los docentes del Grupo. Todas ellas deberían hacer parte de un curso que tiene por nombre competencias comunicativas. No obstante, por cuestiones de tiempo no se alcanzan a desarrollar todas.
Las competencias comunicativas son esas formas mediante las cuales las personas pueden establecer interacciones con otras personas y con su entorno, partiendo de un previo reconocimiento de su ser. Estas competencias se adquieren mediante la incursión de las personas en los ámbitos familiares, escolares, sedales e institucionales, y pueden ser mejoradas si, en primera instancia se reconoce su importancia, y, luego, si se entra en un proceso autocrítico de mejoramiento, basado en los tres componentes de la competencia:
conocimientos, habilidades y actitudes. Estas competencias son: Lingüística, Paralingüística, Pragmática, Textual, Quinésica, Proxémica y Cronética. Vayamos ahora brevemente el interior de cada una.

formacion por competencias

Hay muchas acepciones de competencia. Las nociones del pensamiento popular nos hacen pensar en competencia como una pugna, una competición. De entrada conviene dejar a un lado esta acepción, porque cuando en la educación hablamos de competencia, no nos referimos en este sentido. Las competencias con un conjunto de conocimientos (saber), habilidades (saber hacer), y actitudes (querer hacer), relacionados con la forma como el profesional está preparado para resolver problemas de su entorno. Estos componentes tienen que ver con tas facetas del ser humano: hacer, sentir y pensar.
El saber, tiene que ver con los conceptos, definiciones, datos, procesos, y otros elementos intangibles referidos al conocimiento
Las áreas del conocimiento poseen fundamentos, teorías, escuelas, paradigmas, principios, leyes, conceptos, y otra gran cantidad de componentes que deben ser dominados por cada profesional. Un abogado, por ejemplo, debe conocer el principio de la justicia, debatido desde la antigüedad, así como la historia de las leyes y los sistemas de gobierno. Por su parte, los ingenieros deben acceder a una base de conocimientos relacionados con el lenguaje matemático, compuesto de fórmulas, teoremas, planteamientos y reflexiones teóricas indispensables para su desempeño. Todas las carreras necesitan este elemento. Sin embargo, se ha abusado de él, y durante años han preparado profesionales con muy buenos conocimientos teóricos, pero con deficiencias para aplicarlos en contextos reales.
La habilidad se refiere al saber hacer, tiene relación con el dominio de herramientas, instrumentos, dispositivos y equipos necesarios para la actividad del profesional. Hablamos de herramientas tanto externas como internas en la persona. En el caso, por ejemplo de un ingeniero de sistemas, se necesitan habilidades para buscar información, para diagnosticar equipos, para crear programas, etcétera.
Por su parte, un Odontólogo deberá demostrar habilidad en el manejo de instrumentos para el tratamiento oral, en la aplicación de diferentes aditamentos en la boca de sus pacientes, así como tacto en el trato con ellos. Visto desde la habilidad, el profesional se asemeja al artesano. Sus manos son el contacto con el mundo exterior. Mediante ellas, transforma el barro, lo moldea, y hace utensilios en porcelana. En una época donde la tecnología pareciera ocultarle el rostro a lo humano, bien vale la pena reivindicar la condición de artesano, que tienen los profesionales.
Igualmente importante resulta el componente volitivo o actitudinal del profesional. Se necesita querer hacer las cosas. Un profesional con actitud es alguien que demuestra la actitud adecuada ante cada situación. Actitud al aprendizaje constante, al reaprender de los errores, a escuchar a tos otros, actitud de dar siempre el mejor esfuerzo. Sin ese componente, los dos anteriores quedan en peligro, en latencia. Abundan las historias de profesionales hábiles y conocedores, pero incapaces de relacionarse con los demás, de reconocer sus propios errores, o de prestar servicios más allá de sus obligaciones contractuales. Durante muchos años, las universidades se han concentrado sólo en la parte técnica y teórica de los estudiantes en formación; han descuidado el elemento humano de todo profesional. El proyecto de vida, la ética, la estética, el conocimiento y reconocimiento de su entorno, la capacidad para interactuar con otros, de trabajar en equipo, de aprender constantemente, son, entre otras, situaciones y actitudes fundamentales descuidadas en las universidades colombianas. Sólo unos años atrás, se comenzó una reflexión sobre la formación universitaria, donde se concluyó, dadas las equivocaciones del pasado, que de nada sirve formar excelentes profesionales, si no se les reconoce antes como ciudadanos y como personas.
Sólo cuando el saber, el saber hacer y el querer hacer se encuentran equilibrados, se puede esperar un profesional con un desarrollo satisfactorio en su pensar, hacer y sentir. Sólo cuando esto se dé se puede hablar de un profesional competente. De tal manera que no es competente quien domina a la perfección aparatos. O quien conoce todas teorías relacionadas con su área de formación. O quien tiene muchas ganas de aprender. No. Se necesitan los tres componentes. De lo contrario, hay desequilibrio. Veamos un ejemplo.
Hablemos de un Diseñador Gráfico. Supongamos que él es muy hábil en el manejo de los programas de diseño (Corel Draw, Pagemaker, Photoshop, Flash, llustrator, etcétera), y que demuestra excelente dominio de las técnicas de ilustración, corte de papeles, manipulación de materiales y demás. Alguien desprevenidamente, al ver todas las capacidades de este profesional podría pensar que es competente. Sin embargo, si dado el caso se le preguntara a este profesional algún elemento teórico (conocimientos), como qué gama de colores son más efectivas para realizar una señalización en un hogar de ancianos, y él no supiera responder, encontramos un desbalance entre la habilidad y el conocimiento. Un Diseñador no será competente sólo porque sea hábil. Si no posee un capital conceptual sólido, muchas de sus decisiones podrán ser desacertadas. Podrá realizar dibujos bonitos, pero inadecuados al objetivo de comunicación propuesto.
Cambiemos un poco la situación. Sigamos suponiendo hábil a nuestro diseñador, y esta vez también concedámosle grandes capacidades conceptuales para tomar decisiones. Pero supongamos ahora que trabaja en una empresa donde no se siente reconocido por su trabajo, o que tiene problemas en su familia, o que en realidad el Diseño Gráfico no era su verdadera vocación. Es muy posible, en cualquiera de los tres (indeseables) casos, que nuestro Diseñador presente problemas de rendimiento en la empresa para la cual trabaja.
En ninguno de los tres casos podríamos hablar de un Diseñador competente. Tan grave es no conocer, como no saber hacer, o como no querer hacer. Estanislao Zuleta, uno de los más lúcidos pensadores colombianos, decía que nadie nos puede obligar a creer o amar. Se nos puede obligar a cualquier cantidad de situaciones no deseadas por nosotros, ante las cuales reaccionaremos porque no tenemos más remedio. Pero nadie nos puede obligar a sentir, a amar o a creer en algo. He ahí la importancia del querer hacer.
Ninguno de los tres elementos se basta a sí solo para conformar un profesional competente. No basta con simplemente saber si no se pueden resolver problemas reales con eso que se sabe. No basta con el saber hacer porque si no se tienen conocimientos se queda relegado a las posibilidades que da la mera herramienta. Así mismo, no basta con simplemente querer, si no se cuentan con las posibilidades de pensar lo que se quiere hacer y hacerlo.
Resulta relevante indicar, finalmente, que el criterio último para definir el verdadero grado de competencia de un profesional es su capacidad real para transformar el entorno. En el caso, por ejemplo, de un Administrador de Empresas, es su desempeño y el impacto generado por su labor lo que realmente define si es o no competente. Pues seguramente en esa transformación que ha realizado sobre el entorno, habrá requerido elementos conceptuales, prácticos y actitudinales.
Éstas son tan sólo algunas ideas, mínimas, sobre el asunto de las competencias. En realidad, son muchos los autores que han abordado el mismo tema. De igual manera, debe advertirse que las nuevas directrices del men apuntan a la formación y evaluación por competencias. Las pruebas ecaes, dirigidas a los profesionales, se basan precisamente en la evaluación por competencias. Evaluar por competencias supone un cambio respecto a la forma tradicional de evaluación, pues antes se promovía la evaluación de contenidos, en la cual se le hacían preguntas sin contexto a un estudiante, y se esperaba de él que repitiera lo mismo que le habían enseñado. Este tipo de pruebas evaluativos permitía que muchos estudiantes contestaran bien los exámenes, pero no fueran necesariamente buenos profesionales, es decir, fuera incapaces para resolver problemas reales.

nocion de competencia



"Lo comunicación se convierte entonces en mecanismo de selección: solamente aquellos y aquellas que se contacten podrán sobrevivir"
"La escritura, como retoño formalizado del dibujo, y la comunicación vocal verbo/izada, han sido, desde ;uego. perfeccionadas como nuestro medio principal de transmitir y registrar información, pero han sido también utilizadas, en enorme escala, como vehículos de exploración estéfíca. La intrincada transformación de los gruñidos y chillidos ancestrales en complejas y simbólicas palabras nos ha permitido 'jugar' con las ¡deas y manipulas las series de vocablos (primariamente instructivos) con nuevos fines de juego estético y experimental"
"Las palabras así, disimulan mucho, se van ¡untando unas con otras, parece como sí no supieran a dónde quieren ir, y, de pronto, por culpa de dos o tres, o cuatro que salen de repente, simples en sí mismas, un pronombre personal, un adverbio, un verbo, un adjetivo, y ya tenemos ahí la conmoción ascendiendo irresistiblemente a la superficie de la piel y de los ojos, rompiendo la compostura de los sentimientos, a veces son tos nervios que no pueden aguantar más, han soportado mucho, lo soportaron todo, era como si llevasen armadura, decimos..."
El lenguaje es tal vez una de las más poderosas herramientas jamás creadas por el hombre. Desde su invención, podemos consideramos como verdaderamente humanos. Antes de serlo, éramos, acaso, una más de las especies animales pobladoras del planeta. Sin embargo, cuando pudimos expresar a otros nuestras ¡deas, logramos varios avances fundamentales en la configuración de ese complejo entramado de saberes, prácticas, objetos y discursos que denominamos cultura.

En primer lugar, el lenguaje dio los fundamentos para ponernos de acuerdo. De manera que pudimos fortalecemos como grupo en tareas estratégicas como la caza. Igualmente, el lenguaje nos posibilitó separarnos de los objetos para poder hablar de ellos. Esto no es un avance insignificante, todo lo contrario. Antes del lenguaje, cuando alguien se iba a referir a algo, necesitaba de la presencia de ese algo para f poderlo referenciar.
Esto ponía la condición adicional de que debía ser un objeto tangible, presencial, para poder hablar de él. Así, se necesitaban los animales para poder contarlos ante un posible intercambio. Cuando apareció el lenguaje, el hombre pudo hablar, además, de lo que no estaba presente en ese momento, con lo cual le dio paso, adicionalmente, a la posibilidad de hablar de un antes, un ahora y un después. Esto es lo que llamamos pasado, presente y futuro.
Esta ¡dea es central. Si se necesitara la presencia de los objetos para poder hablar de ellos, el hombre no hubiera llegado a la concepción de que había una historia. El pasado, ese conjunto de hechos y personas que no están en este momento pero que han realizado acciones antes, es una consecuencia de que inventáramos el lenguaje, gracias a la cual nos sentimos pertenecientes a una cadena de hechos históricos, a un pasado al cual le debemos la existencia como individuos y como grupo social.
Igualmente, la sensación de un presente es posible sólo por la existencia del lenguaje. Humberto Maturana, un estudioso del lenguaje, afirma que el hombre es el único animal que tiene plena conciencia de que está vivo. El hombre es consciente de sí, puede dar cuenta de sus comportamientos, de su tiempo, de su día a día, además, sabe que va a morir.
De otro lado, la posibilidad de pensar en lo que no está ahora pero va a estar, es también una de las características esenciales de la humanidad, esto es, pensar en el futuro, adelantársele a los hechos. Pensar en lo que no está presente, pero que podría estar. Sin esta percepción del futuro, el hombre no planearía, y no pensaría en un futuro mejor, no tendría la idea de que el pasado es un tiempo por construir, y para el cual debemos dar lo mejor de nuestros esfuerzos en el presente para asegurar nuestra existencia de individuos y de especie.
Como vemos, la invención del lenguaje, ese sistema articulado de símbolos mediante el cual podemos intercambiar ideas y conceptos, no es un invento accesorio a la condición humana. Muy por el contrario, se trata de un invento medular sin el cual no habríamos construido eso que denominamos cultura, ni los sistemas educativos, que son los encargados de preparar a las personas para asumir la vida. Eso es la educación. El lenguaje también da cabida a la invención de herramientas conceptuales, o herramientas del conocimiento (sobre estas últimas trabajaremos a lo largo del semestre cuando intentemos construir un camino para reconocer una temática de nuestro interés profesional), mediante las cuales nos acercamos a diferentes objetos para dominaros. Eso se denomina conocimiento.
El lenguaje ha permitido construir gran variedad de conocimientos, divididos y clasificados por el mismo hombre en áreas, para facilitar su comprensión. El objetivo de la educación básica secundaria es precisamente, dotar a la persona de unos contenidos básicos, una enciclopedia mínima para entender el mundo en el que vive. Complementariamente, en la educación superior (conformada por los niveles técnico, tecnológico y profesional), al estudiante se le prepara en la adquisición de unas competencias para interpretar, analizar problemas con el fin de que prepare, diseñe, proponga, gestione, alternativas de solución. Cada carrera está dirigida a resolver problemas sociales. Para resolverlos el profesional habrá de investigarlos, comprenderlos, analizarlos, generar juicios frente a ellos, y proponer estrategias para intervenirlos.
Cada materia de los planes de estudio está concebida para darle determinadas competencias a los estudiantes de cara a cumplir con su objetivo de formación profesional. Llegados a este punto parece necesario hablar de las competencias.

evento comunicativo y sus caracteristicas

La voz de la que habla Zumthor, es una voz en acto, en actuación, que proyecta al cuerpo en movimiento y que siempre está íntimamente ligada al gesto. Por eso habla de! acto vocal, concepto a través del cual recoge los aportes de la pragmática, especialmente a Austin (1962) al referirse a los actos de habla. Además el término "acto vocal" y el de "acción oral-auditiva compleja" le permite subrayar la producción sonora que implica hablar.
La etnología del habla destaca igualmente la acción, o sea el momento de la producción del texto oral. Dentro de esta perspectiva se persigue pasar de{ análisis de la lengua, de los estudios gramaticales al estudio de las reglas sociales que rigen el habla y de la distinta manera de hablar en diferentes contextos culturales. Es de interés "mover el punto de atención del contenido de lo narrado, del texto al evento comunicativo" (Hymes, 1971:46).
Frente a otras tendencias semiológicas o antropológicas que se contentan con analizar el contenido o el evento narrado, la etnología del habla destaca el acontecimiento de narrar. "El contar es el cuento; de ahí que el narrador, su historia y su audiencia estén todos interrelacionados como componentes de un mismo proceso continuo que es el evento comunicativo" (Ben Amos, 1971:10)
A través del término "evento" se subraya el acontecimiento singular en el tiempo y espacio que constituye el acto de la narrar, por lo cual se afirma que el evento narrado está entretejido por el mismo evento de narrar, lo cual significa que existe una interpenetración compleja entre las estructuras discursivas y las estructuras del evento de narrar (Bauman, 1986).
Esto lleva a tomar en cuenta en toda producción oral múltiples factores situacionales. Entre éstos se mencionan las identidades y roles de los participantes en la comunidad estudiada, así como las reglas y normas básicas de su interacción social.
Desde esta perspectiva, es necesario estudiar cada evento comunicativo verbal dentro del conjunto de eventos verbales de una comunidad y tomar siempre en cuenta las categorías particulares de definición y clasificación de los sujetos estudiados.
Le confieren importancia al registro de los elementos paralingüísticos en la transcripción de los textos orales (tono, volumen, pausas, cadencias, ritmos) (Tedlock, 1971).
En esta comente se utiliza también el término de actuación, "performance" y "performance oriented approach" con el fin de destacar la dimensión teatral y artística de la producción verbal sobre todo en contextos que se caracterizan por poseer una cultura de la escritura con poco arraigo.
Si bien esta categoría es acertada cuando se trata de describir una producción oral que implica una dramatización (un intérprete y una audiencia), no me parece muy acertada para describir la comunicación oral cotidiana.Vale la pena mencionar en este punto la perspectiva microsociológica de Erwing Goffman, estudioso de los rituales de interacción que rigen los intercambios comunicativos. Este autor no sólo toma en cuenta el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal o corporal, sino además la dimensión teatral de todo ritual de comunicación oral.
Ahora bien, hay dos aspectos que vale la pena distinguir en la concepción de Goffman: por un lado, la puesta en escena que implica toda conversación, en donde los interlocutores están jugando un rol social frente a los otros y por otro, la dramatización de un texto en el momento de narrarlo.
Con respecto al primer aspecto, Goffman señala que la comunicación verbal es un proceso de negociación en el que los participantes están permanentemente definiendo y redefiniendo la situación comunicativa (el marco o encuadre de la interacción, el "framing"). Para ello establecen conjuntamente de una manera explícita o implícita lo que está sucediendo, el significado del encuentro. Marcan cuales son los límites del comportamiento apropiado. Se otorgan diferentes roles o papeles sedales y definen, por lo tanto, la estructura de interacción y las expresiones adecuadas para ese momento.
De acuerdo con Goffman el conflicto es parte constitutiva de este proceso en el que los participantes luchan por imponer su propia definición o redefinición de las situaciones. Por ello, desarrollan movimientos estratégicos que Goffman define como movidas o jugadas (moves) tomando la concepción de Wittgenstein de juegos de lenguaje, con el fin de destacar las relaciones de fuerza y la dimensión del poder que está implícita en todos los intercambios comunicativos.
En este sentido consideramos que cada relato oral es el resultado no sólo de la suma de informaciones o relatos que cada interlocutor puede traer en una conversación, sino del proceso de negociación de los roles o papeles sociales a jugar entre los diferentes interlocutores.
En el otro sentido, lo teatral significa la recreación de un retato ya vivido por el hablante o por el sujeto del que habla el hablante para involucrar al interlocutor. En este sentido Goffman afirma:
"Parece como si empleásemos nuestro tiempo no tanto en proveer información sino hacer espectáculos. Y se observa que esta teatralidad no está basada en la simple demostración de sentimientos o exhibiciones fingidas de espontaneidad o cualquier otra cosa... El paralelismo entre el escenario y la conversación es mucho más profundo que esto. El meollo es que normalmente cuando un individuo dice algo, él no está diciéndolo como una aseveración de un hecho... el está recontando. Está recorriendo una secuencia de eventos ya determinados para implicar a la gente que lo escucha". (Goffman, 1974: 508).
Si se aplica esta acepción de lo teatral para entender la comunicación oral, se podría decir que en la construcción de las narraciones orales los distintos interlocutores narran, viven y reviven, crean y recrean, construyen y reconstruyen dramáticamente algún suceso. De la misma manera se podría añadir que sin necesidad de un escenario el hablante crea una atmósfera específica de suspenso a través de los tonos de la voz, las pausas, miradas, gestos así como movimientos corporales.
Ahora bien, consideramos que si bien cada situadón de producción oral implica una puesta en escena o negociación de los roles sociales que asumen los distintos interlocutores, no lleva consigo necesariamente una dramatización de lo narrado. Esto último ya es un producto del proceso de negociación que juegan los distintos interlocutores y del tipo de identificación que se permite asumir en determinado contexto grupal. En este sentido, la dramatización o no dramatizadón es parte de la negociación, ya que ésta implica la definición y redefinición no sólo de los signos verbales, las palabras, lo dicho, sino de los tonos, los gestos, así como su carácter dramático específico.
Vale la pena resumir el deslizamiento de unas categorías analíticas en otras en el intento de comprender la dinámica de producción y transformación del texto oral (acto, acción, evento, acontecimiento, negociación, actuación, representación) que permiten contemplar distintos aspectos de dicha producción.
Las categorías de "acto de habla" y de "acción" señalan la importancia de estudiar el contexto de enunciación de cualquier enunciado, las reglas de interacción social que intervienen en su producción; la categoría de "vocal", y "acción oral-auditiva compleja" subrayan la dimensión material de los múltiples signos y sentidos involucrados; tas categorías de "evento" o "acontecimiento" narrativos permiten poner énfasis en la interrelación del evento narrado y los múltiples factores sociales que intervienen en la producción narrativa oral, en el evento comunicativo, en el evento de narrar; la categoría de "negociación" destaca el proceso permanente de redefinición de los roles y encuadre de la interacción oral, su dimensión del poder; y las categorías de actuación y performance permiten tomar en cuenta los elementos teatrales en la producción narrativa oral.
Otro tipo de desplazamiento teórico se produce cuando se pasa del estudio de enunciados aislados en los actos de habla (en la pragmática) al análisis de todo un texto y conjunto de textos narrativos en los estudios de la etnología del habla (Hymes, 1962, 1964).
Pasemos a la siguiente interrogante: ¿Qué es la tradición y memoria oral? Tradición y memoria oral:
Me gustaría tratar brevemente este tema e invitar a tomar distanda de la mirada nostálgica que ha impregnado a los estudios de la tradición oral.
De acuerdo con dicha mirada en la tradición oral se encuentra la verdadera cultura, la auténtica, el pasado puro de nuestros antepasados que se está perdiendo. Desde esa concepción histórica el pasado se concibe como hecho acabado, concluido.
La tradición oral no es un pasado estancado, a la espera de que el folklorista la rescate. Ella vive y se transforma permanentemente.
trabajo sumamente sugerente sobre la interrelación entre la voz y la letra plantea que la tradición es "la sene abierta, indefinidamente extensa en el espacio y en el tiempo de las manifestaciones variables de un arquetipo". El arquetipo a su vez no es concebido como un modelo estático, dado que "designa un conjunto de las virtualidades preexistentes a toda producción textual" (Zumthor, 1987:174).
La tradición combina la reproducción y la mutación. La variabilidad de la tradición oral es actualización y creación continua mnémica. La memoria tanto colectiva como individual a la que se refiere es una memoria también activa que revela un funcionamiento cambiante y creador. En ese sentido el pasado no es estático, está siempre en permanente reelaboración.
En el momento de producción y transformación de las narraciones orales se ve actualizada la tradición y la memoria colectiva en un evento irrepetible que está configurado por el entorno físico, por la situación discursiva y por unas circunstancias que sitúan el texto oral en el espacio y el tiempo. El relato oral y sus diferentes versiones existen en el tiempo y en el espacio. El tiempo de una versión de un relato oral implica tanto la duración de un evento de producción del relato corno el tiempo social o contexto histórico en el que se integra.
La tradición oral está en permanente transformación. Es más aunque a veces esa tradición posea formas escritas, no cesa de existir oralmente. Cada actualización de la tradición por el hecho de ocurrir en un día especial, en una hora y en un lugar específico estando participando ciertos sujetos, le incorpora a la tradición una nueva pertinencia, le adjudica una capacidad de movilización en discursos nuevos.
Ahora bien, falta ver cómo la tradición oral adquiere características específicas y funciona de diferentes maneras de acuerdo con su diferente vínculo con distintas tecnologías comunicativas.
Diferentes culturas orales en América Latina
Se entiende por culturas orales por un lado los rituales de interacción verbal y por otro, los textos que circulan vía oral en un contexto histórico determinado.Considero que todo intercambio social, toda comunicación y por lo tanto toda oratidad, incluso aquella que algunos autores conciben como primaria (Ong, 1982) está estructurada por pautas culturales específicas y por formas particulares de producción y transmisión del saber.
En este sentido, no creo que pueda haber una oralidad no configurada por convenciones sociales. La lengua ya es un producto de la cultura, un "médium", en el sentido de una forma que estructura los intercambios verbales.
Parto de la idea de que hay diferentes oralidades o diferentes culturas orates según las pautas culturales que rigen los procesos de comunicación verbales en los contextos en los que se producen y de acuerdo con la manera como dichos procesos estén marcados por los diferentes lenguajes y tecnologías. Esto último lleva a hablar de una oralidad más o menos configurada por la escritura, la radio, la televisión -entre otros-, así como por la interacción de las múltiples convenciones que rigen a estos lenguajes.
Las sociedades latinoamericanas están sufriendo un creciente proceso de urbanización. El papel de las modernas tecnologías comunicativas y de la escritura es cada vez mayor, lo cual interviene en la transformación de las culturas orales en nuestros países.
Dentro de estas tecnologías se ven incluidas todas aquellas que han transformado las condiciones de obtención, producción, conservación, circulación, reproducción y transformación del saber. Entre éstas se tienen en mente sobre todo a las computadoras y a aquellas que se emplean para la producción de mensajes (radio, televisión, cine), para su circulación masiva (satélites, cable, antena parabólica) y para su reproducción (fotocopiadoras, videocaseteras, videojuegos).
Actualmente el antropólogo, el lingüista, el comunicólogo que pretende estudiar la tradición oral debe preguntarse si es solamente oral o si no es el producto de una simbiosis con formas escritas, radiofónicas o audiovisuales. Un ejemplo de ello es la leyenda de La Llorona en México que se supone que tiene raíces prehispánicas en el mito de la Cihuacóatl y que en el tiempo de la Colonia cobra una versión más parecida a las formas actuales, la cual queda plasmada en forma escrita. Actualmente se asiste a la reproducción y transformación de esta leyenda en múltiples formas escritas, en historieta, como obra de teatro, en versión cinematográfica y no por ello ha dejado de circular oralmente. Lo que sí se puede afirmar es que debido a su diferente naturaleza material y a que participa de otro mundo significante debe de estar sujeta a otras interpretaciones. No por ello se ha convertido en un tema poco interesante para el estudioso de la comunicación oral, ni mucho menos.
En este contexto hay que añadir que estudiar las narraciones orales de los sujetos hablantes permite abordar los procesos de elaboración de las diferentes tradiciones orales, así como los procesos de interpretación de los discursos provenientes de las tecnologías modernas comunicativas. Estos últimos no terminan en el momento de la recepción, en casa. Los itinerarios, tiempos, resignificaciones de los mensajes que ponen en circulación fas tecnologías comunicativas son múltiples e impredecibles. La elaboración que los grupos y colectividades hacen de ellos estimulan frecuentemente procesos de comunicación orales y locales, en donde la interpretación de dichos mensajes ponen en juego y a funcionar otro conjunto de narraciones y esquemas hermenéuticos de culturas locales que merecen atención.
Al final de este recorrido se invita a hablar más que de la oratidad que es una categoría abstracta, de la voz y la palabra hablada, gesticulada, dramatizada. Se invita a indagar el cuerpo actual de la tradición actual, en donde la voz se interrelaciona con la letra, la letra con la voz y ambos con los signos audiovisuales provenientes de las nuevas tecnologías, los cuales, a su vez, son resignificados nuevamente por los sujetos sociales en las interacciones vocales.
Se invita a dejar de pensar nostálgicamente en los relatos de los abuelos que se pierden para reflexionar sobre la manera como los sujetos latinoamericanos continúan reelaborando oralmente las tradiciones orales de antes con las tradiciones escritas y los discursos audiovisuales contemporáneos a partir de los conflictos políticos y culturales del presente.
Bibliografía de este tema:
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De Certeau, Michel (1978), La escritura de la historia. Universidad Iberoamericana, México, 1985.
Geertz, Clifford (1989), El antropólogo como autor. Patíos, Barcelona, 1989.
Goffman, Erving (1974), Frame Analysis, Northeastern University Press. Bostón.
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Hymes, DeH (1962), The etnography of speaking, en Gladwin, Thomas/ Sturtevant, Wiffiam, eds, Anthropotogy and human
Paúl Zumthor, estudioso de la cultura oral en la Edad Media y que realizó un