miércoles, 28 de octubre de 2009

en camino de lograr una etica comunicativa

En las dos últimas décadas del siglo veinte cobra fuerza un nuevo modelo de ética, de origen alemán, desarrollado sobre todo por J. Habermas y K.O. Apel, basado en el diálogo y la comunicación. En España y América Latina ha sido Adela Cortina la que más ha difundido este modelo. Parten estos autores de la autonomía de la persona para establecer las normas morales. Las normas no se pueden imponer desde la religión o desde determinada ideología o filosofía.
El hombre es autolegislador. Ahora bien, siguiendo este principio, en una sociedad pluralista y democrática como la actual, el único camino para encontrar y establecer normas, que sean aceptadas por todos, es el diálogo. Para hacer posible esta ética dialógica, todos los miembros de la comunidad se deben reconocer recíprocamente como interlocutores con los mismos derechos y se deben obligar a seguir las normas básicas de la argumentación. De este modo, se puede llegar a establecer unas normas mínimas por consenso, las cuales regularán el comportamiento moral en la sociedad pluralista y democrática.
fija en el ser responsable una línea coherente de pensamiento y actitud que, afirmada por principios morales universales, llega a la comunidad y constituye cultura. Nada exige tanta presencia ética como la comunicación, que relaciona persona y sociedad, en la autenticidad de sus contenidos verdaderos y en la coherencia de su revelación digna.
La fundamentada constatación de lo verídico y (a necesidad social de compartirlo se encuentran y relacionan con frecuencia en la pasión del anuncio transformador e impresionante. Esa pasión conduce al comunicador a la revelación de lo constatado en la medida conseguida por la vocación personal iluminadora o por la sed social de novedad; un cierto litigio entre lo impresionante y lo necesario, lo sorpresivo y lo definidor, lo auténtico y lo generador de fantasías, desequilibran la severidad objetiva y desarman la coherencia necesaria de verdad y dignidad.
En ese litigio, la verdad padece, la objetividad sufre mermas dañinas y la comunicación genera de modo espúreo "mentiras, calumnias, insultos", que con frecuencia alteran al más sereno, turban el juicio público y violentan el ejercicio de la justicia. Más aún, siendo la comunicación el poder mayor entre todos los que conforman el mundo de las aspiraciones sociales, la susceptibilidad del comunicador que no quiere perder nada de lo que descubrió y valora su prestigio y la nerviosidad de los sujetos de información y de los afectados por ella, agigantan sus apasionamientos y de inmediato la violencia demuestra su poder o su impotencia, dejando ambas amargura insatisfecha.
Por otra parte, el vulgar placer común de mentir y el miedo a ta verdad, por elemental que ella fuera, han desnaturalizado socialmente nuestros criterios, sobre todo el de los conductores culturales y políticos y de modo singular el de esa gleba de áulicos que cortejan la inseguridad personal de los más notables, difundiendo toda suerte de alteraciones de la verdad y confundiendo sus más objetivos significados. Nada difícil saber qué es verdad y nada tan fácil como ofenderla. También nada más frecuente que la mentira y, por desgracia, ninguna moneda, como ella, es la más vigente en el mercado diario.
En momentos no muy distantes vivimos un entredicho, que abrió en el país distancias insospechadas, entre el Poder, que siempre se considera en la verdad, y la libertad de comunicación que publicó las palabras críticas de un conocido empresario, en un contexto adverso, algo duro, que a la autoridad le ofendió. A la distancia y sin apasionamiento alguno, sí creemos que el criterio de quienes respondieron por el Poder a las expresiones del empresario, se ubicaron muy lejos de la realidad y de la serena objetividad, interpretando muy negativamente la crítica recia, pero no ofensiva y encontrando, como para presentarla a juicio, mentira, calumnia, ofensa e insulto, lo que fue explosiva ligereza.
El Habeas Corpus concluyó el episodio, en el que se puso en juego un derecho muy noble de la comunidad: el de la comunicación. La violencia de una interpretación equivocada confundió la mentalidad social y no logró restauración alguna de lo que juzgó ofensa, para el derecho del supuestamente ofendido. Jamás se piensa y se deja sin esclarecimiento siempre a esa gran confusión mental que soportan nuestras comunidades, cuando por cualquier razón o motivo egoísta, se juega con los términos y significados.
La serenidad y la justicia exigen severa proporción en las actitudes para que lo ético sea lo dominante de toda relación social y la comunicación la mantenga y fortifique.
LAS PALABRAS Y LA COMUNICACIÓN. La forma en que establecemos las relaciones interpersonales a través del dialogo claro y objetivo facilitan la comunicación. Expresar abierta, clara y responsablemente nuestras necesidades puede facilitar el dialogo.
En ese tipo particular de encuentro que se propone, las palabras van tratando de dar el sentido y significado que encuentra cada persona para manifestar su problemática o inquietud frente a las circunstancias que le tocan en el diario vivir.
Se intenta hacer surgir del individuo que viene a fortalecer sus habilidades (por malestar, crisis o toma de decisiones) los recursos latentes en si mismo, como por ejemplo: la fuerza de voluntad, el coraje, la capacidad afectiva, habilidades personales, tenacidad, capacidad de aprender etc.
Las personas tratan de comunicar a través del lenguaje que tes pasa y corno pasan las cosas. En este intercambio de comunicación, observamos que muchas veces son las mismas palabras, fallos básicos en la comunicación: falta de explicaciones adecuadas, comunicación equivoca o la mala lectura de las acciones de los demás, lo que crea conflictos.
Son las formas de expresión y manifestación del pensar y sentir las que pueden dificultar las relaciones interpersonales
Otro factor causante de conflictos son los contratos psicológicos (lo no expresado pero esperado a la vez) los cuales se basan en las expectativas tacitas e inconscientes que cada uno tiene de los demás. La violación de estos "convenios comunicativos" es también, un elemento influyente en una situación conflictiva: hila una trama que muchas veces se enreda.
Expresar abierta, dará y responsablemente nuestras necesidades puede facilitar el dialogo.
Digo responsablemente, por el hecho de despejamos del egoísmo circulante del momento, manifestando lo que queremos o deseamos desde nuestro lugar de respecto al otro con quien nos relacionamos.
En pocas palabras dirigirnos hacia el otro mediante un leguaje sincero y explidto para comunicar nuestras necesidades y expectativas mas profundas, es una de las claves facilitadoras de las relaciones humanas.

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