Tareas como las anteriores exigen la producción y comprensión de textos escritos. Ése es el objetivo de la competencia textual. El texto es un tejido (del latín textus), y como tal, al ser leído requiere de un adecuado manejo de las herramientas para la comprensión. El lector deberá desplazarse por los entramados de sentido propuestos por el texto. Esto en cuanto a una faceta del texto, la faceta de la lectura - comprensión. Del otro lado, el de la producción, el escritor deberá contar con un repertorio de competencias propias de la escritura como lo son la cognitiva, la comunicativa y la técnica, cuyos aportes son simultáneos: la primera provee las categorías formales en el pensamiento de quien escribe, pues en el texto hay planteamientos, proposiciones, argumentos.. que requieren de un determinado nivel intelectual. En cuanto a lo comunicativo, si se entiende al texto dentro de un proceso de intercambio entre personas, se deducirá fácil que se requiere de un manejo de los contextos comunicativos para producir textos que tengan claro su objetivo.
En cuanto a la competencia técnica, se trata del manejo de dispositivos para escribir: la pluma, el lapicero, la máquina de escribir, el computador, y otros más.
La competencia textual, referida al desarrollo de capacidades para comprender y producir textos es fundamental para todas las personas, en especial para los profesionales, pues gran cantidad de procesos relativos a las empresas e instituciones, tienen que ver, bien con la lectura (manuales de instrucciones, de procedimientos, etcétera), o con la escritura de todo tipo de textos (informes, cartas, proyectos, actas, protocolos, manuales, etcétera).
En la academia es de especial interés la competencia textual, pues el texto escrito ha sido elegido por la cultura para ser el depositario de sus conocimientos, por lo cual buena parte del desempeño de los estudiantes tiene que ver con sus habilidades y posibilidades de lectura y escritura. En cuanto a lo primero (la lectura), el paso del colegio a la universidad le significa al estudiante el acceso a unos textos más complicados, con redacciones plagadas de tecnicismos. Los escritos a leer en la universidad difieren en forma y propósito a los del colegio. Por eso el estudiante encuentra dificultades para interpretarlos. En ocasiones, esto se debe a que el libro universitario no tiene el propósito didáctico de ayudar a otro a acceder a un determinado conocimiento (como ocurría en los libros de texto del colegio), sino que ha sido escrito por un experto que da cuenta de sus avanzados conocimientos en una materia.
En otras ocasiones, se trata de libros cuyo propósito no es precisamente facilitar el conocimiento, es decir, no han sido escritos para divulgar alguna materia en especial, sino que han sido escritos, explícitamente, para ser estudiados. En otras palabras, no fueron escritos para ser disfrutados tanto como para ser analizados. A estos se les conoce popularmente en el mundo universitario como "ladrillos", y los estudiantes no hablan de "leerlos", sino de "meterles el diente".
La complejidad en la redacción de estos no va dada sólo por incapacidad del escritor de ser más claro en su escritura, sino de la complejidad misma del conocimiento del que da cuenta el texto. La oscura redacción de los tratados de filósofos como Kant, Habermas, Lukhman, entre otros, es reconocida por profesionales de diferentes áreas. Así las cosas, dotar de herramientas para la comprensión de textos es una obligación de la universidad y un compromiso del estudiante, quien debe declinar sus gustos personales de lectura.
En términos de actitudes (querer hacer) éste es un elemento fundamental. La apatía por la lectura, asociada a múltiples factores, es uno de fas razones por los cuales somos un país poco competitivo. Leer nos distancia del mundo, permite ver otras formas posibles de estar en él, conocer historias que nos pueden ayudar a enriquecer la nuestra. Pero no se lee sólo lo escrito con números y letras. La imagen, la apariencia personal, el espacio, la ciudad, la gente... son textos susceptibles de ser leídos. Alimentarse de la cotidianidad, conocer lugares dentro y fuera de la ciudad y el país, ver televisión y cine de otras latitudes, acceder comunidades virtuales del mundo, escuchar géneros musicales no acostumbrados... son ejercicios útiles no sólo para leer y escribir mejor, sino, ante todo, para ser mejores personas y profesionales. TODAS LAS PROFESIONES SE HAN CREADO PARA MEJORAR LA VIDA DE LA GENTE. Por lo tanto, todos los profesionales deben ser sensibles al entorno empresarial y social del cual hacen parte, en tanto el objetivo de su formación profesional es, justamente, reconocer en ese entorno situaciones que deban ser mejoradas.
miércoles, 28 de octubre de 2009
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