miércoles, 28 de octubre de 2009

del texto a la interaccion


Con el fin de recrear las formas de la comunicación oral, su dimensión significante (que toma en cuenta la dimensión material o rasgos específicos de los signos, así como las convenciones sociales y lógicas de los lenguajes que participan en su funcionamiento) se considera relevante retomar algunos de los aportes de la etnología del habla, de la microsodología de Goffman, así como de Paúl Zumthor sobre la cultura oral en el medioevo. Se escribe "recrear" porque se considera que sólo se poseen indicios de esta dimensión, hasta ahora no trabajada y además muy difícil de asir.
En un intento por alejarse de una perspectiva centrada en la escritura en este trabajo se subraya que escribir acerca de la oralidad no significa señalar solamente la ausencia de una escritura y pensar en términos abstractos sus características, sino reflexionar en términos concretos sus materias significantes y su compleja interacción.
La comunicación oral no se reduce a un contenido de información, ni a un conjunto de palabras o signos verbales. Se nutre de otros signos paralingüísticos como los tonos de las voces, su volumen, las pausas. El lenguaje verbal siempre está ligado al lenguaje corporal. Los signos vocales no se pueden ver aislados de otro conjunto de signos y materias heterogéneas de significación, de los gestos, miradas, gesticulaciones, los cuales interactúan y participan en la comunicación oral. Esto lleva a tomar en cuenta la dimensión espacio -temporal de dicha comunicación y particularmente la presencia física de los interlocutores como característica de la comunicación verbal.
Mientras que el texto escrito implica un tiempo de producción y un tiempo de lectura, o sea se caracteriza por un tiempo diferido entre la producción y la lectura, el texto oral lleva consigo la simultaneidad de la presencia de los sujetos que intervienen en la comunicación.
Mientras que el texto escrito exige ser leído finealmente o secuencialmente, el texto oral implica muchos niveles de percepción simultáneos. Mientras que el texto escrito se caracteriza por la ausencia física del lector en el momento de su producción y la ausencia física del escritor en el momento de su lectura, la comunicación oral es comunicación "en presencia física". El término de "comunicación cara a cara" alude precisamente a esta modalidad de la comunicación y la compara con otras formas comunicativas que no implican esa presencia física como son no sólo la escrita, sino aquellas en las que intervienen las tecnologías modernas de la comunicación (radio, televisión, cine).
Mientras que el término oral remite solamente a la boca y deriva del término latín "oris" que significa boca y se usa normalmente para calificar un tipo de transmisión, el término cara a cara remite a una interacción cuerpo a cuerpo y a una acción entre los cuerpos: juegos de miradas, movimientos, gestos, gesticulaciones. Por lo tanto una interacción que involucra todos los sentidos.
El texto de la comunicación oral, de la comunicación en presencia física de varios interlocutores es el resultado del interjuego de lo dicho y lo entre-lo-dicho (del juego que se construyen entre las caras, entre los cuerpos en el momento de hablar). En este sentido el término texto no remite al discurso escrito, sino a un tejido, a una red, de múltiples signos de diferente naturaleza, a una red de múltiples significantes que interactúan, a un interjuego de sentidos que cada significante invoca.
Paúl Zumthor, al analizar la literatura medieval, subraya el carácter sensorial de la cultura oral y la "omnipresencia del cuerpo". Por ello introduce los términos de vocalidad y comunicación vocal en lugar de oralidad y comunicación oral, términos que le parecen sumamente abstractos. La vocafidad permite -según el- subrayar la historicidad de una voz:
"La vocalidad es la historicidad de una voz: su empleo. Una larga tradición de pensamiento considera y valora la voz en cuanto a que produce e( lenguaje, en cuanto a que en ella y por ella se articulan las sonoridades significantes. Sin embargo lo que más nos debe ocupar es la amplia fundón de la voz, cuya palabra constituye la manifestación más evidente, pero no es ni la única, ni la más vital, quiero decir, el ejercicio de un poder psicológico, su capacidad de producir la fonía y de organizar su sustancia" (Zumthor, 1987:21).

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